Lo llenaba todo
Es difícil encontrar una figura que suscite tanta unanimidad como Nelson Mandela. Mandela ha sido y es un emblema de lo lejos que puede llegar una idea siempre que se base en los principios de justicia e igualdad.
Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Umtata, Transkei. Hijo de un jefe de la Casa Real Tembu, empezó la carrera de Derecho en la Universidad de Fort Hare, de donde fue expulsado por promover una huelga de estudiantes en 1940. Miembro del Congreso Nacional Africano (CNA) desde 1944, en 1962 fue sentenciado a cinco años de prisión por incitación a la huelga y por salir de Sudáfrica ilegalmente. Dos años después fue condenado a cadena perpetua por conspiración e incitación a la revolución violenta. Liberado el 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela fue nombrado entonces presidente nacional del CNA. En mayo de 1994, tras las primeras elecciones generales en las que todos los grupos raciales tenían derecho al voto, Mandela se convirtió en el primer presidente de raza negra de la República de Sudáfrica. En diciembre de 1996 se firmó la nueva Constitución sudafricana; un año antes Mandela había creado el Fondo Nelson Mandela para la Infancia. En 1999 se retiró de la política; desde entonces dedicó todo su trabajo a diferentes causas humanitarias desde la Fundación Nelson Mandela.
Amnistía Internacional ha tenido siempre una estrecha relación con Mandela. De hecho, una de las primeras acciones de AI, tras su fundación en 1961, fue el envío de observadores, en 1962, a su juicio. Desde entonces, este vínculo se ha mantenido, desde el seguimiento de su situación y sus condiciones de encarcelación los primeros años hasta la concesión, en 2006, de su máximo honor, el Premio Embajador de Conciencia, en el que se señalaba: Su conmovedor ejemplo y su liderazgo personal y político desde que salió de prisión en febrero de 1990 son una inspiración para millones de personas de todo el mundo. Nelson Mandela se ha convertido en el símbolo de lo que significa ser un auténtico buen ciudadano global.
En esos años, mientras escribíamos cartas para su liberación y mientras seguíamos su devenir personal, nunca hubiéramos podido imaginar que, en un futuro, íbamos a conocer personalmente a tan gran personaje. Y la ocasión se presentó, en el año de 1992, cuando la Fundación Príncipe de Asturias concedió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1992 a Nelson R. Mandela y a Frederick Willem De Klerk: por establecer en condiciones de extrema dificultad, las bases para una paz y colaboración ciudadanas y para una futura organización democrática de Sudáfrica, en el respeto de los derechos humanos.
Subtítulo: Recuerdos de la visita de Mandela a Asturias
Destacado: Nada mejor en estos tiempos de crisis y desconfianza en el futuro, en las personas y en las instituciones que fijarnos en Mandela
Y así, el domingo 1º de noviembre de 1992, en las Casas Consistoriales del Ayuntamiento de Oviedo, respondiendo a una invitación del Ayuntamiento y la Universidad, nos presentamos un grupo de socios de Amnistía Internacional de Asturias para saludar a uno de nuestros símbolos de la lucha no-violenta por la defensa de los derechos humanos.
Es difícil expresar los sentimientos que tuvimos aquel día. Mandela llenaba todo con su imponente figura, su gran y permanente sonrisa; nos presentaron y nos dedicó unas palabras de agradecimiento a la labor de Amnistía Internacional en el mundo y, en ese momento, nuestra querida María Teresa de Camarero, también toda sonrisa y cariño, le cogió de las manos y le empezó a hablar, como a un amigo, de lo importante que era para el mundo su ejemplo y para nuestra labor su presencia, y, aunque cada uno hablaba un idioma diferente, sólo hacía falta verlos para saber que se entendían, que en ese momento lo importante eran los sentimientos y las ideas, y el idioma era lo de menos. Finalmente, para alivio de los responsables de protocolo, que a punto estuvieron de enviar una fuerza operativa para que María Teresa soltara a Mandela, nos volvió a dar la mano y nos despedimos de una de las personas que más influencia positiva han tenido en la historia del siglo XX.
Y nada mejor en estos tiempos de crisis y desconfianza en el futuro, en las personas y en las instituciones que fijarnos en Mandela, cómo, él solo, a pesar de sus 27 largos años en la cárcel, siguió creyendo en sus ideas y movido por su fe en las personas, en su valor más allá de la raza, de la ideología, o de la religión, en la defensa de los derechos humanos como base de toda sociedad, logró que, en un país con siglos de lucha, de opresión y de odio, todos soñaran en un futuro común, un futuro diferente, y trabajaran y lucharan por ello, lo que al final consiguieron.
¡Hasta siempre Madiba!
Ana María Herrero
Oviedo
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