Hola pobreza, adiós Toni
Día duro el de hoy en el que conmemoramos la Constitución de 1977. Día difícil, lleno de emociones encontradas.
Por la mañana ocupado en temas de Cáritas, la necesidad, como dice la canción, no tiene horas ni fechas en el calendario. No entiende de festividades, descansos ni vacaciones.
Es difícil de entender que una sociedad que a veces se muestra solidaria y comprometida, sea capaz de abandonar a algunos de sus individuos carentes de recursos e incapaces de subsistir por sus propios medios. Personas despojadas de ingresos y sin posibilidades de conseguirlos, el salario social que se reconoce como derecho hoy se empieza a cobrar a los veinte meses, ¿que futuro les espera durante esta larga travesía del desierto?
La angustia y la desesperación no es descriptible, no hay palabras que puedan reflejar fielmente el dolor más profundo que invade los corazones de estos seres desamparados, a los que la vida los ha tratado con crueldad. No es el momento de escudriñar en su interior para averiguar las causas de este destino, ni buscar culpables de una situación que en este caso no han provocado, les ha venido impuesta.
No se trata de colectivos marginales o inadaptados, son parados de larga duración, en una edad madura, inservibles para la mayoría de las empresas y trabajos con una remuneración digna. Se han quedado sin vivienda y sin alimentación
Los poderes públicos, las administraciones, los abandonan a su suerte, en aras de los recortes, de la crisis y la reducción del déficit; no hay dotaciones presupuestarias o son tan escasas que no alcanzan a satisfacer las necesidades básicas, fundamentales, de supervivencia.
Si tienen suerte se encontrarán las puertas de Cáritas que los ama. Los ama como lo que son, seres humanos, hermanos, que solicitan lo indispensable para no quedar en la cuneta. Encuentran una mano abierta que les acoge, socorre y anima. Aunque es harto complicado insuflar la esperanza suficiente para que sigan adelante, para que no tiren la toalla.
Todo eso por la mañana, porque por la tarde despedimos a una buena persona, a un ser comprometido con las asociaciones y las causas que estimaba de justicia. Nada le era ajeno a Toni Zapata, cualquier iniciativa que tuviese un atisbo de beneficio para un colectivo, para el barrio del Casal donde vivió toda su vida o para la villa de Grado a la que amaba profundamente, tenía de inmediato su entrega. Se volcaba en beneficio de mil proyectos.
La auténtica riqueza de las personas no se mide por los bienes materiales que lega a sus deudos, sino por la cantidad de amigos que deja; los recuerdos agradables y la alforja llena de buenas obras. El número de beneficiarios de sus actos darán buena medida de las virtudes que atesoró en vida.
Y Toni Zapata dejó múltiples amigos, fieles, llorosos, apesadumbrados, abatidos por la ausencia después de la definitiva partida; hoy en Grado solo se hablaba del enorme vacío que deja, y sus alforjas rebosan de entrega y pasión. Hasta el cielo se unió al vecino de El Casal, para recibirlo con un radiante sol.
Si alguien se merece el título de hijo predilecto de la villa que le vio crecer y morir, este era Toni. Por eso era admirable José Antonio Fernández Fernández, Toni Zapata, persona entrañable, buena persona.
Hoy día de la Constitución, ha sido un día duro.
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