La Nueva España » Cartas de los lectores » Un buey y una mula en el portal de Belén

Un buey y una mula en el portal de Belén

18 de Diciembre del 2013 - José Ramón Rodríguez Fernández (Oviedo)

Hace un año aproximadamente por estas mismas fechas, el papa Benedicto XVI publicó un escrito sobre el nacimiento de Jesucristo en el que con toda rotundidad afirmaba la historicidad de este solemne evento, pero también recordaba, aunque de un modo tangencial, que en los evangelios canónicos no constaba que en la cueva de Belén hubiese entonces animal alguno. Esta manifestación dio origen a infinidad de comentarios, en la calle, en los medios de comunicación y sobre todo en las redes sociales. La mayoría de los creyentes ya conocíamos sobradamente este último detalle, por lo que a nadie le extrañó. Hubo no obstante otros muchos ciudadanos que se sobresaltaron con tal noticia diciendo que la Iglesia había inventado muchas cosas a lo largo de su historia y que ahora intentaba corregirlas. Hubo incluso quienes llegaron a insultar al sucesor de Pedro, llamándole de todo. La ignorancia no es buena, pero el odio es mucho peor.

Hoy muchos se siguen preguntando qué hacen un buey y una mula en el portal de Belén. Evidentemente sabemos que se trata de una tradición muy antigua recogida ya en algunos escritos de los primeros siglos. Pero en realidad, fue San Francisco de Asís quien por primera vez los metió en aquel establo donde presumiblemente nació Jesús. Fue así como surgieron los belenes.

La pregunta que ahora nos podemos hacer es si había animales allí en aquel momento, qué clase de animales eran y cuál podría ser su número. Hoy por hoy estas preguntas no tienen respuesta fiable alguna. Lo cierto es que durante ocho siglos venimos escenificando este singular acontecimiento en el que figuran un buey y una mula.

Conocí a estos animales desde mi infancia. Los bueyes bajo un pesado yugo, unas veces tirando por un arado, y otras por un carro cargado de abono o de productos agrícolas. Mis abuelos y mis padres solían adquirirlos en la feria de Boal, pueblo que acabó adoptando el nombre de este ganado. Conocí igualmente desde mis primeros años, en mi casa, una mula que debido al largo tiempo que duró y a los múltiples servicios prestados acabó siendo como un referente familiar. Entre otras tareas nos llevaba al mercado y al molino. En ocasiones la veías por los caminos transportando bien al médico o bien al sacerdote, para que pudieran ejercer sus labores sanitarias o religiosas en distintos pueblos.

Espero y deseo que igual que el ser humano está llamado a una nueva vida éstos animales tengan en su momento algún tipo de recompensa.

Hasta aquí todo se podría considerar, sin más, como un comentario sin una especial relevancia, pero yo cuando escribo no pretendo distraer a nadie sino más bien prestar un servicio, por pequeño que sea, para el bien de quien me lee.

El profeta Isaías, muchos años antes de la venida de Jesús, justo en el primer capítulo de su obra, pone en boca de su Dios unas palabras que suponen una llamada de atención y una dura crítica al pueblo de Israel al que Él había elegido como portavoz de su mensaje ante el resto del mundo. Según el citado profeta, dice Dios: "Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento." Como vemos, es el mismo Dios quien prorrumpe en alabanzas hacia estos animales y los pone como ejemplo a los ciudadanos de su pueblo, que viven demasiado preocupados con otros asuntos. Creo sinceramente que estas palabras bíblicas nos deben hacer reflexionar a todos los humanos sobre la necesidad de mostrar a Dios creador y padre un mayor reconocimiento y aprecio del que le estamos prestando.

Os pediría a quienes habéis leído este pequeño escrito y cada vez que veáis alguno de esos hermosos belenes que se pueden contemplar en distintos pueblos asturianos en el periodo navideño, os fijéis en ese buey y en esa mula que aunque parece que están dormidos y que no se enteran de nada, saben mejor que nadie quien es su amo y quien les da de comer.

"El que tenga oídos para oír, que oiga"

Cartas

Número de cartas: 46090

Número de cartas en Octubre: 28

Tribunas

Número de tribunas: 2088

Número de tribunas en Octubre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador