Ocupacional

17 de Diciembre del 2013 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

No es posible comprender nada de lo que debe ser un sistema formativo acorde a los tiempos actuales, sin hacer una adecuada interpretación del término ocupación y, por extensión, ocupacional. Sin embargo, en España, se ha realizado una corrupción conceptual de dichos términos, con consecuencias desastrosas y duraderas. Ocupación y ocupacional no son términos de entretenimiento o terapéuticos, de igual forma que «máster de abogacía» no es un campeonato de golf entre abogados. Pero el desprestigio corrupto del término, ha hecho que no se quiera aceptar que: hacer un máster debe ser un postgrado, más allá del grado, en busca de la capacitación para el desempeño de una ocupación y, tener por ello, carácter ocupacional. Todo graduado siempre deberá poder realizar postgrados en diferentes ocupaciones o especialidades formativas. Como, por ejemplo, hacer un máster en «Derecho marítimo» en busca de una especialización necesaria, para el desempeño de la ocupación de «Agente consignatario de buques» o de «Asesor legal de navieras», o etcétera. Sí, ciertamente, el concepto ocupación ligado al sistema formativo pasa a ser de capital importancia, dada la rápida evolución de los cambios que, a nivel ocupacional ocurren en la actualidad, inmersos como estamos en una dinámica donde las personas acabaran necesitando realizar varias ocupaciones a lo largo de su vida. Lo cual exigirá de una adaptación, de forma rápida, mediante una formación profunda y específica de carácter ocupacional. Ya sé que se os ha hecho creer que formación profesional ocupacional sólo es una forma de tener ocupados a los desempleados, y que es una formación sin contenidos diferenciados de los del grado; pero resulta que es todo lo contrario: una formación en destrezas cognitivas muy diferenciadas de los conocimientos del grado. Hace tiempo se decía, que en otros países había muchas más titulaciones, pero lo que había eran acreditaciones para el desempeño de ocupaciones; es esta una interpretación de la realidad que, desde aquí, no se hacía. Hoy, acertadamente, se opina que hay muchas titulaciones y que, sin embargo, hacen falta acreditaciones ocupacionales de destrezas cognitivas y prácticas más allá del grado.

Debemos adaptarnos al Marco Europeo de Cualificaciones y aceptar que: «más allá de los conocimientos de la formación profesional de grado, está el postgrado de las destrezas de la formación profesional ocupacional». Una capacitación necesaria para la la autonomía laboral en una ocupación, algo que se consolida en la alternancia de la formación ocupacional con el puesto de trabajo. Una alternancia que deberá estar realizándose a todo lo largo de la vida. De esa forma, toda persona podrá acreditar un pasaporte competencial en las distintas ocupaciones en que se mueve su empleabilidad, que estará siempre avalado por el historial personal en los tres subsistemas (grado inicial, postgrado ocupacional y práctica empresarial). Sin embargo, en España, nos estamos saltando y perdiendo los contenidos de las destrezas cognitivas de la formación ocupacional y, como consecuencia, mostramos baja adaptabilidad a la innovación, así como muy baja empleabilidad, siendo poco competitivos y generando poco valor añadido. Aquí, el recién llegado que llega a una empresa, no debe mostrar destrezas que otros ignoran, bloqueándose, con esa prudencia, toda innovación. La filosofía empresarial de que «la empresa es en tanto en cuanto sus miembros son», tardará en hacerse un hueco entre los que tienen que atar la burra donde manda el amo porque está bien atada. Y seguiremos beneficiando a chiringuitos formativos que cobrarán del Estado por combatir el mal que ellos mismos generan. Con esa actitud tan poco inteligente, se está fomentando la necesaria estupidez, para prosperar en la imbecilidad hasta conseguir la decadencia total.

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