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Pedro Rodríguez Campomanes y la «pública felicidad»

3 de Julio del 2009 - Francisco Noval Fernández

Recientemente KRK Ediciones sacaba a la luz pública la edición de dos obras de Pedro Rodríguez Campomanes (1723-1802), el «Discurso sobre el fomento de la industria popular» (1774) y el «Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento» (1775), seguidas de sus correspondientes «Apéndices», obras especialmente valiosas para economistas e historiadores y también para cuantos son conocedores y saben apreciar a Campomanes en su doble vertiente de economista ilustrado y de hombre de Estado en la España de Carlos III. Se trata de una primorosa edición de carácter facsimilar en siete pequeños volúmenes, el primero de los cuales está al cargo de Vicent Llombart, catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad de Valencia, que en él hace el estudio preliminar a las obras sobre la industria y la educación popular de Campomanes bajo el siguiente título: «Un programa patriótico escalonado de fomento económico y promoción del empleo en el reinado de Carlos III».

El pasado 24 de junio, en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo, tuvo lugar la presentación de esta obra por parte del Instituto Feijoo del Siglo XVIII, KRK Ediciones y la Universidad de Oviedo. El profesor Álvaro Ruiz de la Peña, director del IFES XVIII, leyó a los asistentes unas cuartillas de Llombart, máximo especialista español en Campomanes, impedido de asistir al acto por un inesperado accidente, en las que se elogiaba la exquisita edición de carácter facsimilar y la sensibilidad y el fino trabajo de quienes se ocuparon de la misma y que supieron aunar la modernidad del diseño y de la presentación con el respeto histórico en el tratamiento de estos textos fundamentales de la política económica de Campomanes y del siglo XVIII español.

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El propio Álvaro Ruiz de la Peña hizo a continuación una breve presentación de la figura de Campomanes como enemigo de privilegios, propulsor del trabajo, creador de Sociedades Económicas para difundir las ideas ilustradas y hombre de Estado, defensor leal de la Corona, que dejó al morir un país más preparado que el que había recibido. Un hombre cuya suerte histórica no le fue muy propicia a lo largo del siglo XIX y primera mitad del siglo XX al quedar un tanto oscurecido, pese a sus méritos, por la llama y figura de Jovellanos. También se refirió a la edición de estas obras, calificándola de primorosa, e indicando que a su financiación contribuyeron la Junta General del Principado, la Consejería de Cultura, el Ayuntamiento de Tineo, lugar de nacimiento de Campomanes (Sorriba, 1723), y algunas relevantes empresas privadas asturianas.

Le siguió en el uso de la palabra el profesor Joaquín Ocampo, en breve pero interesantísima exposición sobre los perfiles de la obra económica política de Campomanes. Tras situar al conde en el marco de la Ilustración económica y de la Revolución Industrial, pasó a destacar dos hechos especialmente innovadores en el pensamiento y la acción política de Campomanes: su nueva concepción del crecimiento económico y la importancia otorgada a los factores intangibles vinculados a los nuevos valores que pretendía difundir en la sociedad española. En sus ideas económicas, Campomanes, que llegó a manejar la primera traducción de «La riqueza de las naciones», de Adam Smith, trató de sustituir los antiguos principios mercantilistas, se mostró favorable al libre comercio, procuró limitar los obstáculos institucionales procedentes de los gremios y de las instituciones eclesiásticas y defendió la idea de que tanto los individuos como el Estado crean riqueza y bienestar. Pero Campomanes fue todo un difusor desde el poder de los nuevos valores ilustrados. Así, combatió la tradicional deshonra legal del trabajo manual sosteniendo que no hay más deshonra que la pereza, las viejas ideas que identificaban usura y préstamo a interés, defendió la incorporación de la mujer al trabajo, combatió a través de las Sociedades Económicas la resistencia social al cambio y lideró la idea de la utilidad de las ciencias auxiliares para la industria. Nada extraño y, por tanto, que en los «Apéndices» aparezca como pionero en impulsar la industria del carbón o que se ocupe y traduzca obras de mineralogía. El profesor Ocampo finalizó su intervención destacando la labor intelectual de Campomanes y su compromiso con el país y señalando la conveniencia de elaborar una antología de sus textos fundamentales.

Cerró el acto el señor rector, don Vicente Gotor, que destacó la relevancia del programa de modernización de la sociedad española emprendido por Campomanes mediante la educación y la aplicación de las ciencias «útiles» sacándolas de los laboratorios para generar riqueza y que intentó también renovar los sistemas de educación básica y mejorar la formación de los trabajadores. En cierto modo, objetivos que aún están presentes en nuestra sociedad, ahora en nuevos espacios europeos.

Cabe por último decir que nos congratula esta esmerada edición de las obras de Campomanes, muy merecedora de llegar a todas las bibliotecas públicas del Principado, y elogiar a quienes la han hecho posible. Se nos permite así conocer en sus propias fuentes la obra de este tinetense, que fue todo un hombre de Estado en la España del siglo XVIII y cuyo legado político e intelectual bien merece ser conocido y difundido en nuestra sociedad y más entre los jóvenes asturianos. Campomanes puso todo su saber intelectual y su hacer de estadista no a favor de su patrimonio personal, sino al servicio de la «pública felicidad», entendida esta última como el fomento y desarrollo de la riqueza, la Ilustración y la laboriosidad de la nación. Valores todos ellos que también hoy, por diferente que sea nuestro tiempo y complejas nuestras circunstancias económicas y sociales, aún pueden inspirarnos cuando de la sociedad y del Estado se trata.

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