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De planes pastorales

6 de Enero del 2014 - José Manuel Fueyo Méndez (Cangas de Onís)

Los altos cargos diocesanos están tratando de impulsar un nuevo plan pastoral para los próximos años, elaborado a partir de las conclusiones del sínodo diocesano. Ya tiene bemoles que el fruto de un sínodo, que se celebra noventa años después del último y en el que se moviliza a buena parte del laicado diocesano, sea un plan pastoral para cinco años, pero, en fin, hay quien se empeña en matar moscas a cañonazos...

En esta diócesis, y supongo que en más, está muy arraigado desde hace décadas otro «plan pastoral», muy elemental y muy cómodo para todos, que se puede resumir en dos renglones: «Que cada párroco haga, con la ayuda de sus colaboradores laicos, lo que buenamente pueda, dentro de lo que buenamente sepa y considere oportuno hacer». Para que toda la diócesis en masa abandonase este sencillo plan harían falta tres cosas: que el nuevo plan fuese muy breve, que además fuese muy concreto y que contásemos con un líder o unos líderes diocesanos muy carismáticos. No creo que sea el único en pensar que en este caso no concurre ninguna de las tres circunstancias, con lo cual todo apunta a que seguiremos con el viejo plan, que tampoco es tan malo.

Un segundo enemigo del nuevo plan se lo han creado sus mismos patrocinadores, con la «política» de nombramientos de curas. Dime qué criterios sigues para distribuir a los párrocos y te diré qué plan pastoral tienes. Es verdad que algunos males ya se daban en los dos pontificados anteriores: curas enchufados, siempre o casi siempre en parroquias de cómodo servicio; curas discriminados, siempre o casi siempre en plazas menos atractivas; inflación de curas en Oviedo en general y en torno a la Catedral en particular; ignorar a los feligreses a la hora de nombrar párrocos... No sólo no se corrigen esos fallos, sino que se añaden otros: jubilaciones forzosas y poco elegantes de curas beneméritos; nombramientos por un año, tan perjudiciales para los feligreses como para el cura... y la penúltima ocurrencia de convertir Oviedo en destino de capellanes, profesores y miembros de la curia, cuando hasta el más despistado se percata de que las parroquias de la capital tienen casi todas feligreses suficientes como para contar con un párroco con dedicación exclusiva. Como en esta «empresa» la buena voluntad se supone, habrá que pensar que obispos y vicarios, dado que tienen otras tareas, están demasiado absorbidos por las mismas y no dedican el tiempo debido a cocinar un programa que corrija fallos y que no los aumente. En junio se pegan el «atracón» de nombramientos en cuatro días y pasa lo que pasa: hoy te ofrecen cuatro parroquias, por teléfono «naturalmente»; a la semana siguiente te dicen que tendrá que ser «alguna más»... Y te acabas enterando, por el periódico «naturalmente», de que te tocan once parroquias. Da la risa, pero es de pena. En casi todos los capítulos de la organización diocesana encuentras cosas más que discutibles. Hasta en la mismísima Cáritas se nota que el programa está poco trabajado. Anteayer se nos decía que evitásemos operaciones kilo, rastrillos y hasta relaciones con el Banco de Alimentos; ahora se consiente que una buena parte de las parroquias vuelvan a las andadas. ¿En qué quedamos?

En suma, la diócesis necesita un repaso y que obispos y vicarios le dediquen más tiempo, más sentido común y más caridad sacerdotal a las tareas que les corresponden. Algunos vicarios parece que pensaron que bastaba con un cambio de vestuario, pero lo que hacía y hace falta es un cambio de estilo. No se trata tanto de redactar planes, cuanto de ponerse «en plan». Como uno tampoco anda sobrado, a ver si aprovechamos todos la venida de los Reyes Magos para cargar las pilas.

José Manuel Fueyo Méndez

Cangas de Onís

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