Propiedad familiar
Es sabido que quien maneja los símbolos es capaz de manipular las emociones de los demás. De manera que a lo largo de la historia humana quien haya pretendido guiar en su beneficio a masas no ha tenido más que apropiarse de los símbolos adecuados.
Hay que reconocer que en este aspecto los directores de la cristiandad han rozado la excelencia durante siglos, incorporando, por ejemplo, a otras creencias anteriores, a otros dioses a los que asumieron como deidades de segundo orden -llámense santos- o erigiendo templos en lugares anteriormente místicos para otros.
A día de hoy, y ante las narices de millones de civilizados y críticos no creyentes, continúan enarbolando simbolismos de los que descaradamente se han apropiado. Irrita ver una y otra vez como insisten en investirse en los únicos paladines de conceptos como paz, convivencia, valores...
En estos días celebran su propiedad del gran símbolo: La Familia. Es posible que a muchos no les quepa la menor duda de que la familia es eso que propugnan desde tal foro, esto es, un núcleo clásico familiar bien embadurnado de catecismo y obediencia cristianos. Pero me resisto a silenciar mi opinión ante tal atropello y desfachatez. Uno tiene derecho a ser como le plazca o le hayan enseñado sin que ello conlleve despreciar a otras maneras, la familia es el cimiento orgánico de la sociedad de hoy día, pero como tal asume diferentes formas y modos, y no hace falta mencionar a fórmulas ya asentadas en la comunidad como las mono parentales, las parejas de hecho, de igual sexo o matrimonios que aportan hijos de anteriores relaciones. También existen, respetados obispos, matrimonios convencionales -papá, mamá, el nene, la nena- que se encuentran a millones de años luz de su idea de familia, de valores, de respeto y de visión mística.
Si verdaderamente considerasen la tolerancia como un factor irrenunciable de convivencia abrirían los brazos a esas otras formas de entender la vida. El empeño en negarse a ello sólo puedo interpretarlo como un miedo cerval a perder privilegios.
Y no se preocupen por mi alma, si al final tienen razón ustedes, nos vemos en la eternidad.
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