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Carta a los Reyes Magos

8 de Enero del 2014 - Ángeles Rivas López (Castiello de Cabranes)

Queridos Reyes Magos, perdonad el retraso al enviaros mi carta, pero es culpa de la crisis, que todo llega con recortes, tarde, mal y nunca.

Mi carta es de una niña que tiene fantasías de niña, ilusión de guaja y sueños imposibles.

Sé que no soy ya una niña, que sus majestades son también muy viejos, que están cansados de tanto repartir felicidad, sin conseguir que ésta asiente más allá de algunos instantes de nuestra larga vida.

Pese a lo cual quiero pediros un esfuerzo enorme, gigantesco, acorde a vuestro poder en el planeta.

Apelando a vuestra inmensa sabiduría, poder de convocatoria y crédito entre todos los públicos os pido que nos protejáis de los males que nos aquejan todos los días, a todas horas dentro de nuestros hogares.

En los momentos más íntimos, familiares, gratos del día, en particular alrededor de la mesa, aparecen nuestros fantasmas para infundirnos, confusión y miedo e incluso asco.

Son tan caseros, familiares, cotidianos que a veces olvidamos, tal vez demasiadas, que son un espectáculo y solo eso.

Espectáculo bochornoso, sin el más mínimo principio de honestidad, decoro o dignidad, que se mueve por puros intereses mercantilistas, sin atender ni un poquito al respeto que las personas merecemos, independientemente de la edad, raza, sexo, religión, etc.; según reza en nuestra constitución, e incluso en los más elementales derechos del ser humano, de la convivencia pacífica y de las buenas costumbres.

Ya sé que todo eso no es actual que pasó de modo para muchos, pero yo que soy una niña, como ya os he dicho, sigo acordándome de las enseñanzas de mis mayores y me asusta ver, oír, a estos fantasmas, tan reales por otra parte.

¡ Vaya que despistada soy! Todavía no os he dicho de que personajes estoy hablando y por qué están instalados a todas horas en nuestras casas.

Se trata de la Televisión, más concretamente de algunos programas, más de lo que puede resistir una persona mínimamente sensible y sensata.

Esos programas que atacan despiadadamente, a cualquier hora del día, sin medida, a la inocencia e ingenuidad del espectador/a, que cansados del cotidiano luchar por sobrevivir se entregan sin reservas en las manos de esa caja tonta para que disiparse, entretenerse, de sus preocupaciones diarias.

¡Madre mía! ¡pobres de nosotros los ingenuos e inocentes espectadores!

Somos carne de cañón en manos de esos desaprensivos.

Son utilizados los que forman el equipo de esos espectáculos, de los invitados y de todos y cada uno de nosotros que lo engullimos sin darnos cuenta del peligro, del horror que representa a todos los niveles, en el fondo y en la forma; incluido el del buen gusto y las buenas maneras.

Tengo pesadillas con embarazos no deseados de adolescentes que en lugar de aplicarse en los estudios, deportes, jugar con sus amigas, ruborizarse al paso de un chico que les gusta o jugar con muñecas y juguetes porque están en la edad de todo eso, se dedican a practicar el sexo con muchachos expertos en embarazar a inocentes muchachas, creando así una cadena de relaciones que mueren antes de empezar o hijos que no tienen padre.

Eso sí, todos unos y unas, incluidos familiares, amigos, allegados, se dedican a ir por los platós vendiendo las bendiciones o desgracias de tales percances.

También me causan pesadillas otras pobres criaturas, hijos de papá, de mamá que se dedican a cualquier actividad poco recomendable, en lugar de centrarse en estudiar y formarse para ser hombres, mujeres de provecho, como se decía antaño.

Estos niños ricos de padres también ricos se sienten tan poco queridos, tan mimados, henchidos de caprichos y lujos que se distraen agrediendo, maltratando, humillando a todos y todas las que tienen cerca, incluso los que pasean por la calle.

No se sabe que destaquen en estudios, investigaciones, trabajos o actividad solidaria alguna.

No les veo salir en los medios solicitando, dando, apoyo para los menos favorecidos, reivindicar igualdad, justicia, etc.

No son palabras de su vocabulario usual.

Eso sí, hablan de amor, del corazón, aunque en realidad no es de amor de lo que entienden o practican sino de sexo. Las vísceras a las que aluden están situadas, ubicadas, más abajo del corazón, siempre.

Tal vez esta confusión les venga de estos programas mencionados.

Ellos también confunden constantemente las vísceras y órganos de los que hablan, por eso engloban como cosas del corazón, lo que no es más que sexo, incluso a veces ni siquiera eso, simple y llanamente es indignidad, ignorancia e incluso psicopatías perfectamente detectables.

De sexo y del barato, del aquí te pillo aquí te mato, de hoy una/o mañana otra/o, de la rápida euforia del calentón, apoyado, aumentado, naturalmente, con alguna sustancia excitante para mayor gloria del momento.

Todo en sus vidas es de usar y tirar, incluso, a veces ellos/as mismos/as.

Pienso que todo esto no puede ser verdad que es fruto de mi imaginación infantil, que las personas no actúan así, que los sentimientos, el respeto siguen existiendo, que no estamos en la ley del dinero.

También creo que prestar atención a estos programas en estos momentos en los que tantas familia lo están pasando fatal, es una frivolidad vergonzosa y vergonzante, mucho mayor que en cualquier otra circunstancia.

Queridos Reyes Magos ¿podréis hacer algo con esta masa espesa, densa y viscosa que nos envuelve, enmaraña y enturbia la mente, el corazón, hasta el punto de volvernos estúpidos?

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