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La fragata de Gimena

8 de Enero del 2014 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Con la tribuna Derechos que la derecha trunca en el aborto, publicada en este diario, Gimena Llamedo (concejala parraguesa y miembra de la FSA) entra en polémica con el poderoso estruendo de un buque de guerra. Sobre cuestión tan sensible argumenta la dirigenta socialista con la sutileza dialéctica de una motosierra. Entiende Gimena que cualquier restricción de la práctica del aborto es un atropello de presuntos derechos de la mujer; partiendo de esa premisa, el texto se resuelve en un requisitorio vocinglero contra quienes pretenden llevarles su queso. Se dirige a un público de partido, más atento a la partitura que al libreto; pero un lector desprevenido, que no dominara nuestra lengua, podría llegar a la conclusión, leyendo a Gimena, de que el embarazo es una dolencia específicamente femenina y el aborto el remedio mano de santo que la Conferencia episcopal y el ala más dura del PP les niegan a las mujeres por el gusto de verlas sufrir.

La militanta, que en la vida civil es psicóloga, tiene que saber con Freud que la sexualidad es la estructura medular de nuestro psiquismo. Tendrá que admitir entonces que la conducta sexual no se sustrae a las exigencias de la ética que, en tanto que sujetos libres, nos hace responsables de las consecuencias de nuestros actos. ¿Acaso el embarazo es un resfriado? Identifica Gimena la libertad de la mujer con el derecho al aborto. ¿No serían más libres, la mujer y el hombre, si evitando el embarazo evitasen también el recurso al aborto? Los medios para ello son muchos, seguros y asequibles. Si se siguen produciendo embarazos no deseados por ignorancia, ¿no estamos ante un fracaso flagrante de la educación (en manos socialistas desde hace 30 años)?

Los que practican sexo en cualquier circunstancia y de cualquier manera, contando con el derecho al aborto gratuito, que los demás les tienen que pagar, no son libres: son unos irresponsables descerebrados y unos caraduras. La izquierda proabortista se mira en el espejo de Bibiana, la legisladora de la salud sexual y reproductiva, que decretó que el nasciturus no es un ser humano. Dan por supuesto que la resistencia al aborto solo puede venir de un fundamentalismo católico. Severo Ochoa no era creyente y algo sabía de bioquímica (quizá tanto como Gimena y Bibiana). Pues bien, nuestro Nóbel consideraba que la banalización del aborto sería juzgada por la historia como el mayor crimen del siglo XX contra la humanidad.

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