Desafío de la Generalitat al Gobierno español. ¿Coincidencias?
Preciso que el desafío con la declaración sobre el referéndum, en el fondo una pretendida soberanía catalana, no es de Artur Mas, aunque sea el representante del Gobierno español en Cataluña: España está más allá de la Constitución. En la unidad histórica de sus hombres y sus tierras, de Ortega y Gasset, en su polémica con Azaña, llegó a formular un proyecto de vida en común. Para «conllevar» el sentimiento de catalanidad, que puede darse en algunos catalanes y el resto de los españoles de que Cataluña forma parte de España (García de Enterría, en una obra con parecido estudio lo ratifica). Así lo adelanté en las obras «España en la encrucijada» y «El Estatuto de Cataluña. Una meditación sobre España».
Me he permitido este exordio porque en la tercera de «ABC» de 15-12-2013 Antonio Hernández-Gil –a cuyo padre he citado largamente como el gran artífice de la Constitución, y singularmente del título preliminar– alude también a Ortega, en una interpretación sobre la «conllevancia», que era más realista, que la posibilista de Azaña, el cual, planteada por la Companys la República Federal de Cataluña, tuvo que volverse desde la estación de Francia a Madrid (medida que también podría darse, dentro del proceso soberanista que se avecina, ante algún representante del poder Ejecutivo central). No me ha cogido de sorpresa tal desafío. No son palabras tranquilas, destinadas a una reforma parcial de la Constitución, como fórmula de ingeniería jurídica, como ha pasado con los efectos de la trasmutada «doctrina Parot» (el camino hasta el 19 de noviembre de 2014 será complejo. De momento, aunque pudiera ser objeto de libros o de alguna tesis doctoral, me voy a ceñir a resaltar algunas coincidencias).
La primera de ellas, ya anotadas por los comentaristas, es que el largo proceso soberanista se inicia con la aprobación de la Constitución de 1978. Dentro de ella ya existían algunos caminos sofisticados, como el término «nacionalidades», que motivó en este punto el voto contrario de Alianza Popular. Lo ha abordado Elena Puertas, en «El precedente de Ibarreche y la convulsión política vasca en 2008», Heraldo de Aragón», 14-12-2013. Incluso la instrumentación terrorista fue común, en sus inicios. Las sangrientas muertes de Bultó y del alcalde de Barcelona –este, segundo colega nuestro, con quien tuvimos un almuerzo profesional días antes de ser asesinado en Barcelona–. Aunque los encuentros de ETA con separatistas han sido frecuentes, en las actas de ETA está la «hoja de ruta», llevada hasta situarla a una parte de los órganos del poder. La excarcelación hoy de la mayor parte de terroristas por la sentencia de Estrasburgo, de rápida ejecución, o descuido, o negligencia, de los tres poderes, legislativo, judicial y ejecutivo. La desidia, pese a las razones de Estado, no ha servido, y esa es la coincidencia, para fijar, entre otros motivos, la fecha del referéndum. Y eso da pie para que Elena Puerta, citada antes, haya visto las semejanzas y las limitaciones que el proceso soberanista vasco y catalán puedan tener.
Fermín Bocos («Heraldo de Aragón», de 14-12-2013) se pregunta, como hace tiempo lo hicimos nosotros, «¿y ahora, qué?». Apunta a las decisiones del Tribunal Constitucional, con apelación a Estrasburgo y hasta la ONU. Duran habría de cesar de presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados. Y Hacienda debería dejar de municionar presupuestariamente a quienes usan recursos para hacer frente a la unidad de España. Quedaría la calle. Y un proceso revolucionario. ¿Entonces? Podría acudirse al artículo 155 de la Constitución, o al 8, lo que ya funcionó en la II República, con el cañón emplazado por el general Batet en la plaza de San Jaime. Dios quiera que no se dé esta otra «coincidencia». En todo caso, la firmeza es lo que aprecia Esperanza Aguirre.
Jesús López Medel, académico, autor de «El Estatuto de Cataluña. Una meditación sobre España»
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