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Se admiten desafíos

14 de Enero del 2014 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Sin desafíos no hay inteligencia. El pueblo judío, esclavo en Egipto, adquirió el desafío de su liberación y aprovechó todas las circunstancias que surgieron en su provecho (como esa extraña enfermedad viral y genética que diezmó a la progenie egipcia respetando la israelí), pero, una vez ya libre en el Sinaí, sin desafíos y acostumbrándose al lujo de la libertad, se hizo necesario que se le impusiera el mandato de cumplir con las Tablas de la Ley. Eso hizo que no decayera la inteligencia y perdurase la cultura judeocristiana hasta nuestros días. Sólo los pueblos que asumen y enfrentan constantemente desafíos progresan y desarrollan ciencia e inteligencia. Decía Korzybski que la característica principal de la Humanidad es usar el tiempo para transmitir sus logros a las generaciones venideras, pero lo que realmente importa son los logros y la innovación permanente de los mismos. Es decir: la constante investigación para observar y analizar la imperfecta realidad que nos rodea, y cambiarla superando los desafíos que nos impongamos.

Hace 15.000 años los desafíos eran tan extraordinarios que la inteligencia brillaba y los mediocres (aún antes de tener oportunidad de procrear) morían a manos de bárbaros que usaban las armas creadas por los inteligentes. Éstos, a su vez, crearon la magia y la religión para infundir respeto y protegerse con tabúes de sus utilizados bárbaros. Desde entonces el binomio guerra/ciencia funcionó y algunos (Europa) no quieren verlo. Hoy los mediocres han alcanzado la cúspide copiando de los inteligentes sus logros y, en su egoísmo, se cargan la inteligencia para eliminar toda posible competencia. La inteligencia, sin el respeto por la magia o la religión que la defendían, y con un desarrollo tecnológico vigente capaz de hacer sonar la flauta por casualidad en manos de cualquier imbécil; intenta que se asuma el desafío de la supervivencia de la Humanidad. Hace 15.000 años las desigualdades en la forma de vivir eran prácticamente nulas entre las personas, aunque eso sí, cualquier bestia tenía derecho a quitar la vida al más débil si le merecía la pena hacerlo. Hoy, 400.000.000 de personas viven bajo el umbral de la extrema pobreza y pululan muertos de hambre (o literalmente muertos) bajo tiranías o culturas irrespetuosas con la Carta Universal de los Derechos Humanos, y, cualquier débil mental con: cohetes, bombas atómicas, o virus selectivos, puede cargarse al mundo.

Cuentan las crónicas que en un pesebre nació un niño que cambiaría la faz de la Tierra y, porque un emperador quería tener el censo de sus ciudadanos, compartió la paja con una mula y un buey. El Banco Mundial y el FMI podrían tener el desafío de hacer un censo mundial otorgando a cada persona nacida una identificación genética (que la inscribiría como ciudadana del mundo) y a la cual se le adjudicaría un número de cuenta corriente oficial (como si fuera un documento mundial de identidad), donde se domiciliarían todos sus ingresos (aunque luego, tanto éstos como sus gastos, fuesen gestionados por otro banco). Sólo con los macrodatos que esto generaría ya sería rentable. Este desafío posibilitaría el ingreso en dichas cuentas de una Renta Básica proveniente de impuestos sobre las transacciones financieras del mundo (compartir la paja). Luego la UNESCO, en su desafío, procuraría la Educación Universal en: democracia, consumo responsable, respeto al medio ambiente, Derechos Humanos y... desarrollaría inteligencia. Díganme: ¿por qué consideran que la Renta Básica es una imbecilidad? ¿Acaso no es un desafío? Sin los grandes desafíos universales y colectivos la inteligencia retrocede, ¿a dónde quieren llegar con «Ambiciones y Reflexiones» que buscan únicamente el provecho propio y que, de forma masiva, consiguen la imbecilidad general? (Prologista: Boris Izaguirre).

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