No hay más imposibles que no verte
Se acerca la fecha de tu segundo aniversario y, aunque ya pasaron dos años, cada día y cada momento te siento más a mi lado: si tengo algún problema, con sólo susurrar tu nombre se me hace más pequeño; tu familia sigue siendo mi familia y también nuestros amigos de verdad lo siguen siendo.
Pero el acordeón está de luto, le falta su maestro, el que tanto luchó por él; esos dedos prodigiosos que le hacían hablar, esa alma que se metía en el papel que interpretaba como nadie.
Por todo esto:
El acordeón está triste, / no quiere dar conciertos, / se ha ido su profesor, / se ha ido su maestro. // Lo tocabas como nadie / hemos visto tocar, / dándole sentimiento / nadie te pudo igualar. // Cuando tú lo interpretabas / no sólo lloraba el acordeón, / también lloraba la gente / que había a tu alrededor. // Si estabas tocando un tango, / a Gardel tú imitabas, / si tocabas un vals musette, / por París te paseabas. / Tocando las Zcardas de Monti / hasta Hungría nos llevabas, / pero tocando un pasodoble / en la plaza te desangrabas. // Lo tocabas como nadie / y lo digo sin dudar. / Fuiste imitado por todos, / pero nadie te pudo igualar. // Aunque no estés con nosotros, / del todo no te has ido, / para los que te queremos / sigues estando conmigo. // Yo no voy de poeta, / no he pretendido serlo, / está escrito desde el amor, / porque eso es lo que siento.
Te tengo que decir que, aunque te echo muchísimo de menos, no estoy triste, no cambiaría nada de mi vida. He pasado casi cuarenta años al lado de la persona más maravillosa del mundo. Aunque siempre fui sincera, a ti sí te dije una mentira: cuando te decía que no te podía querer más, te engañé, porque hoy te quiero más todavía.
Cada noche sueño contigo, siempre estamos de fiesta con nuestros alumnos o con nuestra música.
Cada día recuerdo cuando regresábamos de nuestro trabajo (Galicia, Cangas, Villablino, etcétera), esos viajes escuchando y cantando nuestra música y al final terminábamos llorando los dos. Qué momentos tan entrañables.
Por ello me siento muy agradecida a la vida, trabajé y trabajo en lo que más me gusta y de la mano del que, para mí, fue el mejor.
Recuerdo que en los últimos días me dijiste: mira lo mal que estoy, pero soy inmensamente feliz. Con eso me quedo.
Gracias, maestro, qué grande eres.
Dedicado a la persona más importante de mi vida, mi amigo, mi compañero, mi cómplice, mi marido: Miguel Ángel González Bardio.
Te quiero siempre.
Tu esposa, Cari
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