Orgullosos de ser asturianos
El título de la presente carta no debe constituir, en mi opinión, una mera licencia poética, sino que debe convertirse en la premisa fundamental para la acción de todas las fuerzas políticas de nuestra comunidad autónoma.
La polémica y fracasada negociación de los Presupuestos Generales del Principado de Asturias ha puesto de manifiesto, desgraciadamente una vez más, la incapacidad de los políticos asturianos para llegar a un punto de entendimiento en beneficio del interés de nuestra región en términos de estabilidad institucional y supervivencia económica.
La sociedad asturiana, plural y diversa, decidió en las últimas elecciones al Parlamento asturiano condenar a las fuerzas políticas de la región a la búsqueda de acuerdos y consensos para garantizar el buen gobierno del Principado, teniendo en cuenta que la aritmética parlamentaria no otorgó, en su momento, la mayoría a ningún partido político para gobernar en solitario.
Sin embargo, los asturianos hemos podido constatar nuevamente cómo nuestros representantes autonómicos, cuya responsabilidad es colectiva, han antepuesto sus intereses partidistas y estrategias electorales en un obsceno ejercicio de «egoísmo político» que roza lo esperpéntico en el sentido más amplio del propio término, dejando a la región en una situación de incertidumbre, confrontación y colapso.
No es para mí sino un elemento justificador más de la situación en la que se encuentra el Principado de Asturias. Hemos de ser realistas en el diagnóstico para poder ser optimistas con el tratamiento: los asturianos somos conscientes, muy a nuestro pesar, de que nuestra comunidad autónoma no es un referente en desarrollo y progreso, y que se encuentra anclada, desde hace muchos años, en un pasado sombrío y sin un rumbo claro para revertir tal situación.
La nueva generación de jóvenes que, como yo, nos encontramos actualmente en proceso de formación no somos ajenos a la realidad que nos rodea y comprendemos, a la perfección, que debemos realizar un importante ejercicio, presente y futuro, de responsabilidad y esfuerzo para cambiar esta situación desde las diferentes esferas que componen nuestra sociedad y con ese objetivo en nuestras mentes debemos empezar a trabajar.
Me imagino cada mañana, con ilusión y esperanza, un Principado de Asturias próspero, asentado en una economía robusta, capaz de generar empleo y oportunidades. Una región que se convierta en un referente en innovación científica y tecnológica, infraestructuras modernas y de vanguardia, con unos servicios públicos de calidad que garanticen el bienestar, la igualdad y justicia social de todos los asturianos.
En definitiva, que el verso asturiano rime fuerte en ese poema conocido como «España» y que podamos sentirnos, verdaderamente tan orgullosos de ser asturianos como españoles y europeos.
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