Estamos de enhorabuena
Estamos de enhorabuena, aquí, en mi casa, digo. A tal punto me lleva la emoción de este instante, que no puedo reprimir la tentación de compartirlo con cuantos más congéneres mejor. De ahí que haya decidido escribir esto que escribo.
Hubo un tiempo atrás en que, con relativa frecuencia, me metía en estos menesteres de escribir cartas al director, hasta que dejaron de prestarme el mínimo servicio que me llevaba a hacerlo, que no era otro que el de experimentar un nimio desahogo, que ya no significa absolutamente nada frente a la desorbitada presión que la impotencia me hace soportar, de ahí que prefiera tratar de ignorar. Por eso ahora ya no lo hago, escribir, porque, como diría el de marras: si hay que escribir se escribe, pero escribir pa na. Sin embargo ya lo ven, heme aquí de nuevo. No he podido evitarlo. El impacto ha sido tremendo. Mi mujer y yo hemos recibido carta, que no podía dejar de leer, nada menos que de la propia Ministra de Empleo y Seguridad Social!
Gracias Doña Fátima, muchas gracias, a sus pies me postro henchido de gratitud y respeto.
Nada que ver las mías con las lagrimitas de Cristiano Ronaldo al recibir el Balón de oro, lo mío son unas cataratas de lagrimones que se desbordan hasta inundarme los bueno, lo que rime con lagrimones. En este año podremos regodearnos con los innombrables placeres a que tendremos acceso en virtud de las inestimables subidas de nuestras pensiones: la de mi mujer, 1,10, y la mía, 0,67 euros mensuales.
¡Gracias, Ilustrísima! Gracias que quiero hacer extensibles a todos los maravillosos políticos que integran el maravilloso sistema de gobierno de este país de ciudadanos que, por lo visto, jamás actuarán en consonancia movidos por la justa valoración de los enormes sacrificios, se desprende de sus declaraciones, a que, altruista y voluntariamente, se somete nuestra clase política en aras de llevar a buen término la noble tarea que se ha impuesto: el bienestar total, en todos los aspectos de su vida, de hasta el más humilde de los españoles.
No me canso. Tengo que hacerlo de nuevo: Gracias, maravillosas personas que integráis nuestra clase política. Y ya que los ciudadanos no lo hacemos, ojalá existiera un dios omnipotente y justo que os diera lo que en justicia merecéis.
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