Ciencia y dogma
Hace unos días, el investigador español Juan Carlos Izpisúa (doctor en Bioquímica y Farmacología) del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona presentó su dimisión alegando: falta de un proyecto y de búsqueda de un nuevo modelo de financiación competitiva que sea inclusivo.
La ciencia va por caminos que nada tienen que ver con ideologías enrevesadamente dogmáticas. Las personas dedicadas por completo a la ciencia no entienden de esos tiempos muertos que, utilizados bajo ideas poco consistentes y aparentemente gigantes por fuera, están vacías en su interior, y solo retroalimentan ideas difusas e ilusas en gran parte de la población, con el interesado carácter de dogma. A los investigadores científicos hay que procurarles vías de apoyo que estén lejos de todo ese tipo de marañas sociales; que solo hacen entorpecer la gran labor incondicional que realizan para el bienestar de los seres vivos.
En España, el dogma está muy por encima de cualquiera de las Ciencias; es más fácil de anquilosar, con vacunas de verborrea, en la inconsciencia de la gran mayoría de las personas.
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