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Jesús de Jomezana

31 de Enero del 2014 - Salvador Fuente (Oviedo)

Hace unos días fallecía en Oviedo don Jesús Fernández, párroco que fue de las parroquias de Hevia, Santa Marina y Tiñana.

Decía un filósofo estadounidense que la “la vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla" y Jesús así lo hizo. Un hombre estudioso y trabajador, un pastor que supo cuidar bien a su rebaño y que ha predicado con su ejemplo, con su dedicación diaria, su entrega a los demás y con su vida.

No voy a recordar su formación, porque ya se ha dicho varias veces, pero sí su humildad.

Nació, como Cristo nuestro Señor, en Belén, en un establo, Jesús de Jomezana en un pueblo de las montañas de Lena en el seno de una familia humilde. Su paso por el Seminario, donde sus compañeros le recuerdan con gran cariño, primero con seminarista en Covadonga y en el Seminario de Oviedo más tarde, pasando por Roma para doctorarse en Filosofía. Como profesor en el Seminario y en las Dominicas, que compartía con sus parroquias, estaba sembrando la semilla de la vida.

Nunca, a pesar de su enfermedad, que llevaba como su propia Cruz, dejó de visitar a los enfermos, a los necesitados, de enseñar cada día el Evangelio, de estar con sus vecinos, sin importar su religión, de estar con los jóvenes, que, posiblemente junto con los ancianos, era con quienes estaba más a gusto.

Acudía siempre a la llamada, sin un mal gesto ni una mala palabra, siempre con su sonrisa a pesar del dolor que a veces padecía.

A los que fuimos y seremos sus seguidores, les recordaremos como el padre espiritual que fue y que será. La santidad que se busca diariamente en la entrega al prójimo, el ser buen hijo, el ser buen hermano, el dar mucho más que recibir y entregar todo su tiempo, esa santidad la encontró ahora con la llamada del Señor.

Jesús de Jomezana, como bien dijo el padre Amalio, director de la casa sacerdotal, en su homilía, ha muerto enseñando a los demás, sin una gota de tristeza, todo lo contrario.

Nunca olvidó sus raíces ni perdió nunca su destino. El rumbo de compartir esa generosidad con los demás.

Las campanas de sus parroquias repicaron y lloraron como sus vecinos su pérdida en el funeral de cuerpo presente en la Corte de Oviedo; sus compañeros sacerdotes, sus familiares, sus feligreses llenaron el templo, como así también el de Hevia, donde tuvieron que seguir la santa misa desde fuera.

Ahora tendremos que rezar solos, sin él, pero yo creo que más que por él, que seguro ya está sentado a la derecha del Padre, rezar para que nos ayude y para que nos ilumine nuestro camino, con la luminaria de la fe y del amor, como lo vino haciendo aquí en la Tierra.

Jesús de Nazaret nos dijo que Él era el camino, la verdad y la vida. Jesús, el de Jomezana, fue el guía para nosotros y nos enseñó ese camino.

Ahora estamos huérfanos, pero con la tranquilidad y la satisfacción de haberle conocido.

Descanse en paz.

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