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Rebelión en la granja

29 de Enero del 2014 - Ana Maria Velasco Plaza (Oviedo)

En las circunstancias actuales de estrepitosa crisis, no solamente económica sino -y lo que es aún peor- de merecido desprestigio de todas las instituciones estructurales de la nación española, la mayor parte de los ciudadanos estamos hartos de sufrir a tan penosa clase dirigente, que va de peligrosos iluminados de un color a amorfos embusteros de otro, unos de conocidas trayectorias radicales y totalitarias, otros secuestradores de unas siglas cuyo ideario han traicionado. Por ese motivo, la aparición de nuevos grupos políticos tratando de ocupar los lugares que han quedado vacíos es, sin lugar a duda alguna, muy buena noticia.

Porque en el momento presente nadie puede negar que, tras escenificaciones de confrontación, existe una abducción de los dos grandes partidos políticos que, cual zombis, siguen no se sabe que voz de más allá, con políticas comunes, aplaudidas por poderes mediáticos, pero destructivas a nivel nacional. Esto es más sangrante en el caso del PP, donde, tanto lo que hacen, como lo que medio hacen, como lo que dejan de hacer, es contrario a sus principios fundacionales e incluso al programa electoral por el que obtuvieron su mayoría absoluta. De esta forma han convertido buena parte de los escaños otorgados por sus votantes en meras casillas para muñecos de guiñol manejados por sólidos hilos de intereses personales, cuando no por corrupción, despotismo y engaño.

La fundación del nuevo partido, Vox, ha devuelto la esperanza a los que nos hemos visto progresivamente sin el espacio político que nos fue torticeramente expropiado por los propios registradores de la propiedad. Y desde el mismo momento de su deseado y esperado nacimiento, este partido ha comenzado a cosechar sus triunfos a pesar de ser de padres no suficientemente conocidos según algún dirigente del PP (que imprudentemente parece tener más clara su propia filiación). Apenas dado a conocer su proyecto, antes de salir a un campo de batalla donde van a curtirse con fuego cruzado a cuatro bandas, su primer éxito político y no me refiero a un numero de afilados y votantes previsiblemente mucho más elevado de lo que algunos desearían- ha sido que, por primera vez desde comienzos de legislatura, el gobierno haya cambiado su cómoda y diversiva cantinela de la economía es lo único que interesa por otros ruinosos pilares recuperados en precario como son la unidad, la defensa de la Constitución y la vigencia de sus valores. Porque este será el lema en la urgente convención nacional que tendrá lugar en Valladolid, ya sabemos que planeada desde tiempo inmemorial, pero casualmente activada tras el nacimiento de Vox. Teatralización que pondrá en escena el importante componente ideológico que hasta ahora habían ocultado tan celosamente y que, como el ave Fénix, surge cuando despunta la luz de otro partido.

Si Vox solamente fuera un revulsivo regenerador del PP ya habría justificado su razón de ser. Lo peor, señores del PP, es que su credibilidad está bajo mínimos. Hasta el más obcecado de sus afiliados sabe que han engañado y traicionado a sus votantes a lo largo de los dos eternos años de gobierno que consiguieron gracias a una ideología vilipendiada y un programa incumplido, y que algunos han definido tan malévola como certeramente, la tercera legislatura de Zapatero.

Que enarbolen de nuevo como bandera, la ideología de la que se sirvieron para llegar a gobernar, para intentar recuperar o conservar a votantes incautos, es demasiado burdo cuando, simultáneamente son capaces de bajezas por citar un ejemplo reciente - como la de contraprogramar homenajes con las víctimas del terrorismo o maltratar a los discrepantes.

Creo que no va a haber regeneración, sino inquietud en el gallinero. Hago votos para que termine por haber pánico en la granja.

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