Un país de mentiras
En este hermoso país, donde los ciudadanos seguimos dando ejemplo de cordura, nuestros mandatarios, «la mayoría», dejan mucho que desear o, lo que es lo mismo, parecen vivir en un mundo «al revés».
Qué se puede esperar cuando el Rey y el presidente del Gobierno supuestamente mienten, y lo digo por sus afirmaciones demagógicas, acerca de que «todos somos iguales ante la ley», cosa que no es cierta y suena a tomadura de pelo.
En el caso del señor Rajoy, su defensa a ultranza de la Infanta «raya el ridículo», pues ya sabemos cómo «funciona el fiscal».
Esa misma defensa la hizo en su día del señor Bárcenas y miren en qué acabó.
El PP ha incumplido todas sus promesas, salvo la del aborto, creo algo fuera de lugar en los tiempos actuales.
Nos cuentan mentiras y más mentiras, el país despega... pero no sabemos a dónde vamos, la corrupción sigue al alza, los ladrones de guante blanco tienen aquí su paraíso y si no véase el caso del señor Blesa, donde el juez Silva, que en su día lo envió a la cárcel, está a punto «de perder su carrera», mientras el presunto estafador anda a sus anchas, y en medio de todos estos despropósitos, los afectados de las preferentes, a los que dejaron en la ruina.
Las multinacionales, las eléctricas, la banca, etcétera, siguen amasando fortunas, con el consentimiento y apoyo del Gobierno, y es que en esas empresas es donde recalan los políticos una vez abandonan la poltrona.
En España se comienza a pasar hambre, y nuestros políticos, en ayuntamientos, parlamentos regionales, Congreso y Senado, siguen «escenificando» su «particular comedia».
Hace falta una reforma electoral de gran calado, ya que actualmente los dos grandes partidos, PP y PSOE, son los beneficiarios de la misma. Ambas formaciones están salpicadas de corrupción y ambas son las culpables de llevar a este país al fondo del pozo; cuando ambas pasen a mejor vida, se podrá vivir una «democracia auténtica».
No se puede hacer de la política un negocio, que es lo que ocurre en la actualidad, aquí como en el fútbol, en los colores «ya no cree ni Dios». Lo ocurrido en el barrio burgalés de Gamonal y su rápido contagio a otros puntos de España ha sido un aviso, somos muchos los que no estamos de acuerdo con este sistema y cada vez somos más los que a diario luchamos para cambiarlo, pues ya no creemos «en nada».
Que a nadie se le olvide que una cosa «es la ley» y otra «es la justicia».
Javier Con Fernández
Mestas de Con (Cangas de Onís)
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