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En contra del «método Osmin»

31 de Enero del 2014 - María del Pilar del Canto Pérez (Oviedo)

He visto el nuevo «reality show» que la cadena Cuatro propone a sus televidentes, un espacio llamado «El método Osmin». El viernes por la noche, tan cansados estamos, que podemos asimilar cualquier cosa que no cueste mucho esfuerzo. La televisión aprovecha ese estado y programa, sin considerar el impacto que supone en personas sin criterio formado, especialmente en niños y adolescentes.

No puede ser más descorazonador ver cómo se echa por tierra la formación reglada de miles de titulados universitarios que trabajamos en todo el país. Porque el fundamento científico del «método Osmin» es nulo, detrás sólo hay una exacerbada carrera para ganar audiencia y anunciantes: éstos deberían reflexionar seriamente sobre los esperpentos a los que están asociando su producto y su prestigio.

Fue penoso ver (10/01/14) a una mujer con evidente exceso de peso que accedió a bailarle el agua al señor Osmin Hernández y a los programadores de la cadena. Nada que salvar de lo visto: ni una sola escena fue digna. Ni por casualidad se entrevió algún plan de trabajo: toma de datos, análisis, diagnóstico, propuesta de entrenamiento, ejecución y evaluación del mismo. La pérdida de peso y el cambio de imagen consiguiente justificaban todo el desafuero. Una persona con sobrepeso importante está enferma y podemos comprender que su hartazgo ya no le permite intentar el camino largo y tedioso de la dieta adaptada y controlada y el ejercicio físico adaptado y regular, ambos controlados por sus respectivos especialistas. Por eso, y por otras razones, se entrega ciega al camino corto y ¿fácil? que le ofrece un señor que por toda credencial muy cuestionable se presenta como entrenador personal de famosos.

Ofende al más elemental sentido común que se venda masivamente la idea de que cualquier persona con cualquier tipo de necesidad puede se atendida por cualquiera que pasaba por allí, siempre que grite y alardee bastante. La confusión y el estrambote garantizan el show, y «reality» no es más que una palabra para despistar, para hacer creer que lo que hay detrás de ella se parece en algo a la verdad o al conocimiento.

La cadena Cuatro, sus directivos y accionistas deberían revisar cuáles son las líneas rojas que no deben traspasar cuando se trata de la salud integral, aquella que incluye componentes orgánicos, psíquicos y sociales. ¿Cómo asimila una persona una pérdida de doce kilos partiendo desde 80 en 30 días? Su funcionamiento orgánico puede salir indemne porque es joven, pero su imagen, la dependencia de un método y su «creador», la farsa mediática y la porción de fama que acepta a cambio de una autoestima elevada pero frágil, será difícil de mantener cuando deba ser constante y autónoma a la hora de hacer ejercicio físico saludable y fuera de los focos. Sin profundizar en el flaco favor que se hace a las mujeres, población diana de la mayor parte de los mensajes relacionados con la imagen impecable a costa de cualquier tipo y grado de sacrificio, ¿hasta cuándo?

Los gobernantes, por fin, deberían poner orden en el ejercicio de las profesiones de la actividad física y el deporte; es urgente. La liberalización que se plantea en el anteproyecto de ley de Servicios y Colegios Profesionales favorece que el «método Osmin» sea otro número de una larga lista de despropósitos que terminará con la triste conclusión de que estudiar será la afición de unos pocos esnobs privilegiados y no la única forma con la que una sociedad se defiende de la barbarie.

Desgraciadamente hoy también hay muchos parados en el sector profesional de la actividad física y el deporte. La oferta formativa relativa al ejercicio físico, desde ciclos de grado medio hasta el grado universitario, ha generado una masa de personal cualificado que no es absorbida suficientemente por la economía productiva, es el segundo sector profesional donde hay más trabajo sumergido, a ello colabora un elevado intrusismo.

La sociedad entera debe ser consciente de ello, por su salud y seguridad. Las empresas, públicas o privadas, deben ser responsables y favorecer la inserción de quienes tienen formación y esperan su oportunidad para ponerla en práctica. Las autoridades deben procurar el marco legal para que Osmin y sus secuelas se publiciten como lo que son: en el mejor de los casos, un entretenimiento liviano para la noche del viernes, nunca un entrenamiento seguro y eficaz.

María del Pilar del Canto Pérez, decana en funciones del Ilustre Colegio Oficial de Licenciados en Educación Física y en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de Asturias, colegiada n.º 4902

Oviedo

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