Tiempos de desmesura
Por mucho que todavía a algunos les cueste reconocerlo, esa es la característica principal de la situación vigente. La desmesura desborda ya, incontrolada y sin medida, el límite de lo tolerable en la práctica mayoría de los ámbitos de competencia pública; con particular acento abusivo, precisamente, en los de más trascendencia social.
Sanidad, Educación, Dependencia, Justicia , sin olvidar el bochornoso escenario financiero en el que se han consentido y amparado las tropelías más inimaginables, son sólo algunas de las áreas en la que ya ha quedado suficientemente patente la insensibilidad y el muy basculado sentido de la justicia de este Gobierno.
En absoluto se trata de proyectar una visión catastrofista sobre la situación que tan particularmente incide sobre los más directamente afectados en esos ámbitos de gestión pública, tan solo se trata de reconocer su clamorosa realidad como primer paso para poder cuestionarla y denunciar públicamente sus escandalosas consecuencias sociales.
Quienes habían pronosticado, hace tan solo dos años, que la Sanidad pública en vez de mejorarla iba a ser objeto de desmantelamiento con el único propósito de beneficiar económicamente a la privada, han acertado de lleno. Lo que probablemente no imaginaban entonces fue la brutal magnitud del desguace en particular en algunas Comunidades- ni tampoco el escaso tiempo que sus cínicos promotores y artífices necesitarían para llevar a cabo ese planificado propósito.
En el ámbito de la educación, en todo el mundo civilizado se considera que el futuro de cualquier país está inexorablemente condicionado a la formación de sus jóvenes generaciones. Bueno, en todo el mundo menos en España, donde el acceso al conocimiento y la cultura se ve escandalosamente restringido, o directamente vetado, a un creciente y ya mayoritario número de jóvenes, siendo ahora el determinante obstáculo económico el que decide quien y quien no va a poder formarse en alguna disciplina intelectual o laboral.
De otra parte, si duro y triste resulta contemplar como la injusticia se legaliza mediante nuevas leyes confeccionadas a medida y conveniencia de los poderosos y la Justicia bracea descarada como nunca antes defendiendo lo indefendible casos Noos y Blesa, trama Gürtel, inhabilitación del Juez Garzón, etc., etc.- aún lo es mucho más el inaudito y sangrante espectáculo de las multitudinarias manifestaciones de minusválidos y dependientes de todo género salpicando la geografía del país en demanda de que no se les recorten más los imprescindibles recursos públicos que la precariedad de sus respectivas situaciones requiere.
Si a todo esto añadimos el creciente ensañamiento impositivo sobre las clases medias y las rentas del trabajo, en contraposición con el exquisito trato que este Gobierno tan notoriamente dispensa a defraudadores de pública notoriedad pillados in fraganti con depósitos ilegales en Suiza y otros paraísos fiscales, además del millón largo de desempleados que incrementaron el censo desde que el Sr. Rajoy y su séquito tomaron las riendas del país, así como los cientos de miles de ciudadanos legalmente estafados con las famosas acciones preferentes, pues entonces el panorama no puede ser más ilustrativo; para quienes quieran verlo, claro está.
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