Presidente: dimisiones e indultos
Aunque parecen vivir en mundos aparte, están entre nosotros. Y se han puesto de moda últimamente. Se trata de algunos mandatarios de clubes de fútbol. Con sus pelotazos y sus regateos a la Hacienda Pública y a la Seguridad Social.
La admisión por la Audiencia Nacional de la denuncia presentada por un socio del CF Barcelona, ha acabado con mucha premura con el máximo dirigente, de una de las entidades más emblemáticas de Cataluña, Sandro Rosell. Sin duda se trata de un escándalo considerable, la oscura y multimillonaria contratación del joven futbolista Neymar da Silva Santos. A estas alturas parece que no queda ninguna duda sobre el ya ex presidente catalán, que engañó a todo el mundo sobre el precio de la contratación del astro brasileño.
Y es una prueba más de cómo funciona el fútbol en nuestro país, donde basta con raspar ligeramente para que aparezca la suciedad. En definitiva, un mundo por el que circulan millones de euros en barra libre y en el que se ha instalado una especie de casta dispuesta, cueste lo que cueste, a mantenerse en el kiosco, aunque éste citado caso no sea el más extremo ni el único.
Así, fácilmente puede entenderse que una gran parte de los presidentes de la Liga de Fútbol de Primera y Segunda División (de todos ellos solamente cuatro han dicho no), encabezados para mayor inri por el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, hayan firmado un escrito por el que se solicita el indulto para José María del Nido, ex presidente del Sevilla, condenado a siete años de cárcel por el conocido caso "minutas". Sin duda, esta masiva petición de gracia es un escándalo tan desmedido como el propio contrato del brasileño Neymar.
Todo cuanto significa el mundo el fútbol, con su emotiva carga y con millones de euros circulando a diario por él, constituye un caldo de cultivo inmejorable para que los palcos se llenen de numerosos aprovechados y gentes desaprensivas.
Existen pues despedidas necesarias, higiénicas y muy vitales. Porque todo no puede valer. Tampoco se puede convertir la camiseta de un equipo en una venda que tape los ojos de los aficionados.
Por tanto, no estaría de más la renovación de gran parte de la clase dirigente de este deporte. Así de sencillo.
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