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No sabemos qué pintamos aquí

2 de Febrero del 2014 - José Ramón Rodríguez Fernández (Oviedo)

Esta expresión pertenece a un político asturiano que se confiesa no creyente y que desde hace varios años viene escribiendo a diario en LA NUEVA ESPAÑA. La expresión señalada continúa: "Y llenamos nuestros enormes vacíos con creencias, y creemos encima que la nuestra es la única y las demás están equivocadas...". Lo primero que me pregunto es de dónde le vienen a usted estos pensamientos. No se los habrán transmitido los jesuitas, personas inteligentes que seguro piensan de otro modo.

Quiero, si me lo permite este periódico, hacer un pequeño comentario a sus frases. El citado periodista, que todos conocemos, no dice absolutamente nada en sus escritos. Al menos yo no entiendo nada. Me da mucha pena de esas expresiones llenas de palabras vacías y sin sentido, por el disgusto que deben tener al sentirse incomprendidas y no poder prestar servicio alguno al lector y a la sociedad.

Curiosamente, este texto, al que aludo, fue publicado el día de los Santos Inocentes. Creo que en este caso sí he podido entender lo que dice y algo más. No obstante, no acabo de comprender lo que quiere decir cuando nos cuenta que no sabemos lo que pintamos aquí. ¿Sabe usted lo que pintan tantos cuadros famosos colgados de las paredes de diferentes museos que seguramente alguna vez ha visitado? ¿No pintamos nosotros más que ellos?

Lo que más me ha llamado la atención es el dicho: "Y llenamos nuestros enormes vacíos con creencias". Yo pienso que las creencias son algo básico para nuestro espíritu, igual que la respiración lo es para nuestro cuerpo. No se pueden ridiculizar las creencias como algo puramente imaginativo o mágico. Las creencias no están para llenar vacíos. Los vacíos sólo se producen cuando nos faltan la fe y la esperanza.

Sigue usted diciendo: "Y creemos encima que la nuestra es la única y las demás están equivocadas."

Yo creo en un célebre personaje bíblico de nombre Jesús, que siendo Dios tomó la iniciativa y tuvo el coraje de hacerse hombre como los demás. No se trata de un filósofo, ni de un político, ni de un científico. Él se humanizó. Se acercó al ser humano, habló con él y durante su estancia en la tierra hizo todo el bien que pudo. Nos dijo que es nuestro deber amar a Dios, que es creador y padre, pero que sobre todo debemos amar a nuestros semejantes, sean amigos o enemigos. ¿No cree usted que si cumpliésemos este mandato se acabarían todos los vacíos y las crisis que padecemos?

Él además aceptó libremente una muerte que pudo haber evitado. A los tres días resucitó y se vuelve a poner en contacto con los suyos.

Una vez cumplida su misión en la tierra, se marcha a su lugar de origen, pero antes les dijo a sus discípulos: "Volveré y os llevaré conmigo, pues donde yo estoy quiero que también estéis vosotros". ¿Qué más podremos esperar los seres humanos?

Este Jesús, por si usted no lo sabe, fue un personaje histórico. No sólo lo dicen los evangelistas. Lo dice el historiador judío Flavio Josefo. Lo dicen célebres escritores cristianos de finales del siglo I que estuvieron en contacto con los apóstoles, como Pablo de Tarso, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna. Incluso lo mencionan algunos célebres escritores de la antigua Roma, como Tácito, Suetonio o Plinio el Joven.

Es cierto que existen otras religiones con muchos adeptos, como el judaísmo, el budismo, el hinduísmo o el islam. Pero está claro que entre el cristianismo y éstas existen diferencias abismales. Estos dioses jamás han dicho algo serio o útil. Sólo han tenido ocurrencias. Siempre han vivido en otro mundo, alejados del ser humano. No han prestado ningún servicio a la sociedad. Incluso hay alguno que no ha hecho otra cosa que sembrar división y odio entre los seres humanos.

Señor ex presidente de la comunidad asturiana: Espero que este breve comentario le haga reflexionar y le sirva para llenar de fe ese vacío que padece.

Por último, cuando usted y yo veamos a Dios y la herencia que nos va a tocar, nos ocurrirá (así lo dice Malaquías) como a los terneros que llevan tiempo encerrados en un establo. Cuando salen y ven el sol y la claridad que de éste se desprende, no saben qué hacer. Corren, saltan y retozan sin que nadie les pueda controlar. Entonces las creencias perderán todo su sentido, pues ya no quedarán vacíos que llenar. Todo lo llenará el amor.

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