¿Será que algo está cambiando? ¡Ojalá!
El pasado lunes veinte minutos antes de que empezase la presentación del libro En la raya de Galicia, escrito a pluma y pincel por Faustino F. Álvarez y Manolo G. Linares, no cabía un alfiler en el NH Principado de Oviedo. Fuera, la lluvia no daba tregua. Una tarde de lunes invernal, que no invitaba a salir de casa.
Los que llegaban con tiempo avanzaban lentamente por la escalera de acceso al salón. Saludos, abrazos, detenerse a comprar el libro… para luego, ante un aforo repleto, hacerse un hueco donde y como fuese, pues nadie quería perderse el acto. A pesar de todo, los más rezagados tuvieron que volver por donde habían venido, paraguas en mano. ¡Cuánto lo sentí!
Subtítulo: Aire fresco en la presentación de En la raya de Galicia
Allí estaban periodistas, políticos, artistas, ovetenses de pro y de pueblo llano, asturianos de Oriente y muchos, muchos de Occidente. Lo sorprendente, al ir posando la mirada en cada uno de los que formaban parte de aquella marea humana, es que nadie era más que nadie, los colores políticos, las rivalidades o desavenencias... no importaron aquella tarde lluviosa de lunes, porque reinaba, por encima de todo, la amistad, el cariño, el compartir, el responder al compromiso del padre Ángel, un payaso de Dios que golpea, con su entrega generosa y desinteresada, las conciencias anestesiadas por el consumismo y el afán de poder.
Otro hecho digno de mención es el planteamiento de la propia edición de En la raya de Galicia. Desde su inicio todo se hizo desde la colaboración generosa de los que tuvimos algo que ver en el proyecto, gracias, sobre todo, al empeño y buen hacer de Manolo Linares, que consiguió involucrar a mucha gente buena. En los tiempos que corren todo fue a cambio de nada, pues los beneficios íntegros de la venta del libro se destinan a la noble causa de Mensajeros de la Paz. Al final, los que dimos salimos ganando porque, os lo aseguro, hay mucha más satisfacción en dar que en recibir.
El lunes, a pesar del calor que pasamos en el acto al estar unas 500 almas como piojos en costura, en el NH Principado de Oviedo se respiraba aire fresco, oxigenado, no contaminado. Se estaba a gusto en aquel ambiente espontáneo, natural, auténtico… propiciado por el compromiso y la amistad. ¿Será que algo está cambiando? ¡Ojalá!
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