Asturias en Fitur
Para nosotros es necesidad ineludible acudir, en Madrid, a la Feria Internacional de Turismo, que cada año se ofrece, con éxito creciente, en los pabellones feriales de Ifema. Una manera de abrazar todo un mundo de bellezas y sensaciones viajeras, incluso para quienes tienen dificultades para viajar.
Acudimos a Fitur para encontrarnos, una vez más, con la entrañable presencia de Asturias. Y aunque conocemos su habitual ubicación, en el pabellón 9, fueron los acordes de «Asturias, Patria Querida» los que guiaron nuestros pasos. Tuvimos la suerte y el privilegio de encontrar allí a la estupenda Banda de Gaitas «Ciudad de Oviedo», aplaudida por los sorprendidos visitantes a la vez que la sidra iba cayendo desde muy alto y se ofrecía sabrosa y fresquina. Pocas personas pueden con el culín de un solo golpe, pero las gaitas animan, formadas tras los mostradores donde las chicas de azul muestran su sonrisa y su buen hacer. Conocen cada rincón de su región, cada senda y localidad, la sucesión interminable de paisajes para soñar.
Las chicas de azul aman su trabajo y lo dominan. Saben que cada visitante busca una Asturias diferente, ésa que tantas veces ha soñado. Cultura, museos, gastronomía, costumbres, romerías, sus ríos, la mar...
Y todos quisiéramos que aquellas personas que decidan viajar a nuestros bosques y sabores regresen con la ilusión de volver, cautivadas por ellos, por el trato recibido: atenciones, calidad, precio. Todo juega y se complementa, incluso el momento de los bolsillos. Tenemos que estar a tono, tal y como lo estuvieron las gaitas ovetenses en estas horas madrileñas. ¡Y qué bien sonaron! ¡Qué vacío ambiental cuando se fueron! Nos dejaron en la nostalgia propia de la diáspora.
En todos los pabellones se intentaba olvidar y superar las inquietudes de la consabida crisis. Pero llevamos algún tiempo que tal deseo se pone cuesta arriba. En este punto quisiéramos hacer una excepción: los países de Hispanoamérica. ¡Qué contraste! Pudimos comprobar su alegría, el colorido y la fuerza de sus danzas, cercanas al público. La valiente actitud de estas gentes ante lo precario, haciendo grande lo pequeño, «linda la vida», como a ellas les gusta decir para evitar que les vaya mal.
Nos gustaría trasladarnos a Asturias, encontrarnos algo así, verla sonreír desde abajo para ir creciendo desde las cosas pequeñas; esa Asturias nuestra de tristes y tan bellas posibilidades, esa Asturias trabajadora, cautivadora y diversa que de pronto se convierte en romería. A decirnos eso vinieron a Madrid las gaitas del Principado y las eficientes chicas de azul, que dejaron su hacer y su bella sonrisa en una Fitur muy asturiana. «Guardianes del Paraíso».
José María Jesús González
Madrid
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