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Falta de medios en la sanidad pública

24 de Febrero del 2014 - Charo Gutiérrez Pérez (Oviedo)

Hoy, cuando escribo esta carta, se cumple algo más de un mes de la muerte de mi padre; he tenido tiempo para meditar y pensar con tranquilidad todo lo acontecido en aquellos días y considero que debo denunciar unos hechos vividos por mi padre y su primer compañero de habitación y nosotros como familiares.

Mi padre entra por urgencias el martes 17 de diciembre, a las 17.15 horas; después de una serie de pruebas deciden dejarlo ingresado. Yo estoy con él, por tratarse de una persona mayor. Ese día hay pacientes en camilla hasta en los pasillos de urgencias. A las 23 horas le dan habitación, teniendo que abrir una planta de Maternidad, la primera centro, para recibir a mi padre y a otros pacientes, entre los que se encuentra el que va a ser su compañero. Como todo es improvisado y no está acondicionada para recibir pacientes de medicina interna, a mi padre lo encaman en una cama pediátrica y nos vemos obligados a ir a casa por sus medicaciones, ya que para él son indispensables y no disponen de ellas en planta.

El compañero es un hombre de mediana edad que tiene prohibido levantarse de la cama, al igual que mi padre. Cuando al día siguiente el olor en la habitación es horrible, me dice que lleva una hora esperando a que le cambien los dodotis, pero que como andan escasos de personal tiene que esperar, y pasa otra hora más. Al día siguiente se repite la situación, pero esta vez lleva desde la hora del desayuno y yo llego más o menos a las 12.15; le animo a que insista y vuelve a llamar. Entra una auxiliar muy amable que le dice que el celador está en otro edificio, pero que no se preocupe, porque será el primero en ser atendido cuando llegue. Yo no doy crédito: «¿cómo es posible que pueda ocurrir esto?», le pregunto; no espero respuesta, está claro, con tanto recorte no dan abasto, pues todavía tiene que pasar otra media hora antes de que aparezca la celadora, coincidiendo con la limpiadora, que ha llegado cinco minutos antes, y con el médico especialista, que está esperando a que termine la primera cuando llega la segunda y tiene que esperar a que terminen ambas para comenzar la visita.

Ahora yo me pregunto: ¿es ésta la excelencia asistencial a la que se refiere el señor consejero de Sanidad cuando le entrevistan?; me imagino que se refiere al personal sanitario, a aquellos que sufren los recortes, porque lo que sí es verdad es que, al menos en nuestro caso, el trato recibido por los profesionales (médicos, enfermeras, auxiliares, celadoras...) ha sido impecable, no pudiendo decir lo mismo de los medios de los que disponen (en otro momento de su ingreso me dan una receta para que salga a buscarla a una farmacia, ¡nunca me había ocurrido algo así!), lo que supone poner en riesgo la salud de los pacientes, como fue el caso de mi padre, que se le infectó el brazo donde tenía cogida la vía y no se dieron cuenta hasta que yo lo vi inflamado y enquistado. Mientras tanto los de arriba en los despachos, por supuesto sin recortarse, porque, eso sí, de ellos no sobra ninguno y sus sueldos intocables; los recortes son para los de abajo.

Espero que reflexionen y tomen las medidas oportunas aquellos en los que en su mano está, porque creo que teníamos una sanidad envidiable no sólo en Asturias, sino en todo el Estado español, pero de seguir así terminará convirtiéndose en todo lo contrario.

A través de este medio, quiero expresar mi gratitud a todo el personal que en esos días se encontraba en urgencias, en la primera centro de Maternidad, como también al personal de la tercera planta del Hospital General, donde fue trasladado posteriormente, y en especial al Dr. Alonso Cuervo, de medicina interna, en el que mi padre, al igual que sus hijos, depositamos toda la confianza.

Espero y confío en que, a pesar de todas las contrariedades y zancadillas, sigan trabajando con profesionalidad en favor de los enfermos, que son sin duda los únicos que no tienen culpa del caos que se está viviendo.

Si está leyendo esta carta, piense que todos, «salvo unos pocos privilegiados» con recursos para acudir a la medicina privada, utilizaremos la sanidad pública. Pienso que es nuestra obligación defenderla y cuidarla.

También dar las gracias a LA NUEVA ESPAÑA por ofrecer este espacio en el cual los ciudadanos se pueden expresar.

Charo Gutiérrez Pérez,

Oviedo

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