Aborto de carretera
Agotado por aburrimiento el simulacro de debate nacional por el recurrente tema de la educación, los dos brazos del monopolio político, PPSOE, han vuelto a montar otro simulacro de debate sobre el no menos recurrente tema del aborto. Así siguen disimulando su impotencia ante el más que preocupante cáncer del desempleo, siguen disimulando su sumisión a la «troika» y demás poderes foráneos y siguen prolongando el malhadado bipartidismo, con la ayuda de sus serviles voceros mediáticos y la complicidad de los palmeros callejeros, que le hacen el juego al sucedáneo de izquierda que sufrimos.
Unos «venden» aborto al 95 por ciento; otros al 90, y usted, sufrido lector, tiene la «libertad» de escoger entre Málaga y Malagón. De «propina», le obligan a costear el aborto de su vecina. ¡Faltaría más!
Aunque no se publican muchas cifras sobre el particular, me suena haber leído que se vienen gastando en abortos cuarenta y pico millones de euros anuales del erario. ¡Con la cantidad de cosas que se pueden hacer con ese dinero! Por ejemplo, el arreglo del aborto de carretera que va desde el puente Retortoriu a Sobrefoz, pasando por Abiegos, así como los cuatro kilómetros que separan Sobrefoz de San Juan de Beleño, todo ello en el municipio de Ponga. Es un insulto permanente a los doscientos ochenta y pico vecinos de estas tres parroquias ponguetas mantener la carretera en tal estado. Y quien dice ofensa a los vecinos dice ofensa al montón de ciudadanos que tenemos que pasar por allí con frecuencia y a los turistas, que pierden de conocer estos maravillosos parajes por no arriesgares a perder el pellejo o a destrozar el vehículo en el intento.
Son solamente diez kilómetros de carretera: el chocolate del loro en comparación con las astronómicas cifras que se han dilapidado en esta región de HUCAS, Museles, Niemeyeres, Calatravas y demás mareas. Son diez kilómetros que constituyen un fiel exponente del daño que le ha hecho a Asturias ese absurdo tinglado de las «autonosuyas». Son diez kilómetros que no se pueden arreglar, porque hay que mantener al doble, por no decir al triple, de los cargos políticos de los que en realidad harían falta, la mayoría de los cuales percibe, además, elevadísimos sueldos, que ellos mismos establecen. Tras un mal puede venir un ciento y, en este aborto de democracia, tras el aborto, amén de otros noventa y nueve, se da este esperpéntico caso: que los ponguetos, dejados de la mano del Gobierno del Principado, se quedan sin derecho a tener una carretera digna para que los abortistas de la capital tengan derecho a que les paguen sus abortos.
José Manuel Fueyo Méndez,
Cangas de Onís
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