Los restos del pasado
Si perdemos la capacidad de indignarnos, la indignación será nada. Malestar e indignación, lo que sentí al leer el pasado día 25 del recién estrenado año lo que Franco Torre escribe en este diario, LA NUEVA ESPAÑA, donde reclama la recuperación de los restos de la antigua casa polesa de Juan de Villanueva y Barbales; la petición, dirigida al Ayuntamiento de Siero, está sostenida por la estudiosa de la realidad histórica, etnográfica y cultural de Pola de Siero, Salvadora Prieto, que reclama se localicen unos restos, últimos vestigios del inmueble que ella misma, haciendo honor a su nombre, salvó que fueran destruidos y que fueron depositados en unas dependencias municipales, donde parece ser se ha perdido la pista de ellos.
Doblemente dolido: me dolió cuando metidos en un sistema político muy alejado, diría que desierto del arte y la cultura, fue derruida la casa polesa, que no era la Casa de Batlló, de Antonio Gaudí, pero que sí merecía conservación y defensa, pues manteniéndola se mantendría la memoria histórica y sería el mejor monolito al escultor poleso; y me duele ahora que se pierdan el dintel y las dos vigas talladas del balcón abierto de la fachada principal de la citada casa, pues sería una muestra más del desprecio, cuando no hostilidad, por la cultura en general. En mi adolescencia cruzaba a diario las tallas de las dos hojas de la puerta de cuarterón de esta casa señalada con el número 48 de la calle Celleruelo, antiguamente llamada calle de Zalamaque y aún Zaramaque, y recuerdo muy bien esas piezas que la señora Prieto solicita de la citada casa que hasta 1999 conservó en su balcón corredor, cuyas ménsulas o repisas en número de dos tienen talladas cabezas hermosamente ejecutadas, que decíase por tradición eran los retratos del escultor y de su esposa, y hasta se añadía que, oponiéndose el Ayuntamiento a que en aquella casa se pusiera voladizo alguno, el escultor preparó la obra y en cierta noche instaló el balcón, el que, una vez construido ya, la Corporación no podía ordenar su destrucción.
El motivo que lleva a Mari Salva Prieto a localizar esas piezas es que tenían las cabezas maravillosamente trabajadas: una de ellas presenta la prominencia de la laringe masculina y la otra la adorna un collar; figuras que la estudiosa confía en recuperar y poder vincular a la obra de Villanueva y remitir un informe con toda la documentación del inmueble para ayudar a los investigadores interesados en la figura de Juan de Villanueva y Barbales, hijo de una humilde familia polesa, fundador de ese célebre centro de cultura artística llamado Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Benigno Martínez-Fuego
Marcenado, Siero
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