Faustino, Linares...
Después de leer en este periódico el magnífico artículo de la periodista y editora de vuestro interesantísimo libro «En la raya de Galicia», así como la impresión que nos relaciona el mágico empresario, escritor y poeta riosellano Emilio Serrano, tras su regreso nocturno y muy lluvioso a lar de sus sueños, después de haber asistido a la presentación de la precitada obra sentimental e histórica, de éxito total por la desbordante y nutrida concurrencia; también la entusiasta semblanza «Gozos y sombras», de nuestra querida cronista oficial de Oviedo Carmen Ruiz-Tilve, considero, modestamente, nada más que adicionar, todo ya está dicho. Pero a servidor, no obstante, lo dejó embargado una sentida tristeza por la personal ausencia del primer y notable escribidor, apreciado Faustino, pues últimamente no sabía de qué se encontraba «malito», como me lo comunicaron al oído entre tanta gente comunes amigos, quedando en suspenso el apretón de manos y abrazo, como se los diera a Linares, dibujante y escultor, además de literato, de rotundos merecimientos... Tal panorama me hizo evocar el último encuentro que hace unos meses tuvimos en el afamado bar La Paloma, del gran Ubaldo, donde día y noche hay nutrida concurrencia de buenas gentes, y nos escanciamos una copa de ese vino que alegra a todos los corazones..., bien sabe que tenemos más de treinta años de conocernos... Esperando que se reponga, queda pendiente la cita en plenitud de salud, como otras tantas veces, pues la Salud, con mayúscula, es como una buena y sincera amistad, un banco colmado de múltiples riquezas... Extensivas felicitaciones, pues, faltaría más, a quienes en esa ausencia fraternalmente le arroparon, Carlos Rodríguez, de voz sonora; Evaristo Arce, Carmen Casal y el mundial reverendo Padre Ángel, «payaso de Dios», a quien muchos ya quisieran imitar.
Heradio González Cano, abogado, poeta y escritor nicaragüense
Oviedo
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