Entre futbolistas anda el juego

Pese a que don Miguel de Unamuno en su día ya dejó dicho que "todas esas gentes que se pasan media vida hablando de fútbol son gentes que maldita la pena que vale que hablen de otra cosa", tímidamente voy a permitirme hacer algunos comentarios acerca de esa disciplina deportiva, pues, cuando menos, me parece provocativo e indignante lo que está ocurriendo en lo que en mis años de juventud sólo era deporte y, actualmente, es un protegido y fabuloso negocio... para algunos.

Y hago hincapié en lo de protegido porque no se entiende muy bien -o al menos yo no lo entiendo- cómo pueden estar en quiebra o entrampadas unas sociedades en las que se mueven ingentes cantidades de dinero (o, quizá, sea por eso), donde figuran en nómina futbolistas ("trabajadores por cuenta ajena", como alguien los define), que perciben salarios y primas de vértigo, y que al frente de las mismas están señores que simplemente cobrando un moderado porcentaje del presupuesto anual de la entidad se hacen con un excelente patrimonio personal.

Pero lo inconcebible, lo inaudito, lo que realmente debería irritarnos a todos los ciudadanos es la farragosa deuda que anualmente contraen con la hacienda pública, que afirma que trata a las sociedades futbolísticas y a sus gestores igual que a cualquier otro contribuyente. Y eso no parece ser fielmente así, pues de todos es sabido que si un particular comete fallos en la declaración de la renta o se demora en abonar las cuotas a la Seguridad Social no tardará en recibir la notificación de recargo y/o la amenaza de confiscación de sus bienes.

Sin embargo, y ahí está la discriminación, a esas privilegiadas empresas balompédicas las autoridades económicas les está tolerando ciertas irregularidades que, lógicamente, afectan a toda la sociedad.

Metidos de lleno en el más negro panorama de la economía mundial de los últimos decenios, y cuando la deuda del fútbol en nuestro país supera los 3.000 millones de euros (562 en el caso del Real Madrid), llega al club blanco el nuevo presidente tratando de descubrir al mundo la cuadratura del círculo.

Y la pirueta explicativa que presenta es muy sencilla, pues al conocido principio de que lo barato puede ser caro, ahora se cambia diciendo que lo caro es barato y para justificar esa aseveración se involucra en el caso Cristiano Ronaldo, que es el más impactante del momento, y nada mejor que invertir 166 millones de euros (94 del fichaje y una estimación de 12 por cada una de las seis temporadas comprometidas). Y si a ello sumamos otra mareante cifra del contrato y ficha de Kaká, y algún otro compromiso que falta por ser ultimado, más otra nada despreciable cantidad por los intereses que toda operación financiera conlleva, fácilmente se sobrepasarán los 200 millones de euros por temporada, sólo por convertir cada quincenal partido en el Santiago Bernabeu en una "cita imborrable para la historia".

Así, cuando los patrocinios deportivos están a la baja, salta el presidente Pérez diciendo que Cristiano Ronaldo es rentable. Y sí, posiblemente sea hoy el mejor futbolista del momento: regatea, remata de cabeza, chuta desde todas las distancias y, sobre todo, mete goles y decide partidos. La valía del portugués, pues, está fuera de toda duda. Pero de eso a garantizar su provecho media un buen trecho, ya que sus seis años de compromiso firme entrañan un dilatado riesgo, pues son muchos días con sus correspondientes noches. Y la nocturnidad, viviendo en la capital de España, habrá de ser tenida en cuenta.

Ciertamente, el regreso de Florentino Pérez ha vuelto a ilusionar al madrileñismo futbolero porque está formando un equipo de primeras figuras, pero ¿alguien se ha preguntado por el déficit total de este equipo y cómo va a ser cancelado? Mucho se está hablando de la deuda del Valencia, pero el club merengue es el siguiente de la lista. ¿De dónde va a sacar dinero suficiente para pagar fichajes, sueldos y deuda? Porque, evidentemente, todo no va a salir de la televisión, la publicidad y la venta de camisetas. Es lamentable, asimismo, que muchos presidentes se confíen esperando a que venga papá Estado a perdonarles sus deudas. Algunos mandamases están yendo contra corriente y realizan los mayores dispendios que se han registrado nunca en la historia del balompié. Claro, no es extraño que piensen que disparan con pólvora del rey.

En una situación de grave crisis económica y de desempleo galopante, el espectáculo actual para muchas conciencias resulta moralmente inaceptable. Casi cinco millones de españoles están sufriendo las consecuencias del paro y aún nos auguran más pérdida de empleo, más regularizaciones laborales y, por tanto, más pobreza. Ha vuelto a decirnos el Banco de España que las cifras positivas del Estado se están reduciendo y la OCDE recientemente ha empeorado sus previsiones. La recuperación, pues, no asoma por ninguna parte, sino más bien al contrario.

A pesar de ello, este país se permite alegrías impropias de una situación como la que estamos atravesando, pero, no obstante el mal año que corre, los bancos acaban de embolsarse 4.000 millones de beneficio en el primer trimestre. Y esos mismos bancos y cajas, que pierden puestos en la clasificación mundial, acuden en auxilio del presidente del Real Madrid para que pueda disponer de la cantidad con la que fichar a varios futbolistas de renombre. Son los mismos bancos y cajas que cada mañana rechazan miles de solicitudes de préstamos a modestos trabajadores, autónomos y pequeños empresarios.

Si la realidad que vivimos no revistiese el drama que supone para un amplísimo número de compatriotas, podríamos decir que España es un país animado y hasta pintoresco. Pero como hay que sobrellevar de la mejor manera posible esa verdad, sólo nos queda encomendarnos al cielo y hacer votos para que cuanto antes recobremos la cordura.

José Antonio Gutiérrez González

Piedras Blancas