Una de Paquirrín
No del Paquirrín al que el vulgo conocemos, sino del que a mí me sale nombrar de esta forma después de haber leído su Tribuna de hoy. Es decir, de Francisco Rodríguez Adrados, el de la RAE, el conocido por la élite intelectual de este país, o lo que sea.
Después del titular EL INQUISIDOR Y LA PRINCESA se arranca el hombre: El inquisidor inquiere vean el Diccionario.
Ya empezamos, ¿qué coño querrá decir con eso de que veamos el diccionario? ¿Será que es del Opus el juez Castro, o que considera la de la inquirida una causa de fe y al juez un infiltrado de la Iglesia en la judicatura para conocer de estas causas? ¿O que nos supone a los que tenemos las santas bolas de leer lo que escribe analfabetos integrales o tontos de los genitales?
Puf. No tengo ni idea. Pero bueno. Sigue Paquirrín condoliéndose de la Infanta por los sucesivos y crueles tormentos a los que fue sometida el aciago día de su declaración.
Continúa, echando mano de todos los tiempos del verbo inquirir, diciéndonos que el fondo de lo que él llama "la cosa" no es judicial sino político, y avala esta rotunda afirmación de la inocencia de la Infanta con las siguientes palabras: Yo, de derecho fiscal penal no entiendo una palabra. Pero puedo decir que jamás de la vida, que dicen en francés, me inquirió mi mujer sobre cuestiones de dinero. Es lo normal.
¡Ala! No me extrañaría que al salir de su casa mañana se encontrara con un escrache de hermosas tetas al viento. Y debo añadir que mi mujer siempre ha sabido la procedencia de todos y cada uno de los, bien pocos, reales que han entrado en casa, y otro tanto puedo afirmar sobre mi madre y lo que entraba en la suya; de manera que no sé qué será lo más normal. Algo que en definitiva no significa un carajo, pues ni el susodicho ni yo estamos casados con una Infanta de España, ni mi madre lo era tampoco. Y, me parece a mí, que únicamente pueden suponer la candidez, inocencia, de una Infanta con estudios superiores y ejercicio profesional en el ámbito financiero, aquellos ciegos que, por los motivos que sean, no quieren ver.
Y sigue el tío con una paliza de elucubraciones griegas, monárquicas y republicanas, como si el tocino tuviera que ver con la velocidad o la condición de chorizo dependiera del cerdo del que procede. Desde luego que del cerdo del que se obtiene depende el standing del chorizo, pero, se mire como se mire, tanto el Lute como Bárcenas son un par de chorizos.
De manera que de qué va este carca. Ya sea del cerdo de pata negra o blanca, un chorizo/a es un chorizo/a.
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