Y los suizos, erre que erre
Más de la mitad de los ciudadanos suizos, practicando en su máxima acepción la democracia, han dicho no a la libre circulación de trabajadores extranjeros en su país.
Bien sabido es que los helvéticos hacen un referéndum incluso para determinar si su primer ministro puede dejarse crecer el bigote, o algo parecido con ese tinte naïf. Por lo tanto, no sorprende demasiado que últimamente hayan optado, también en referendo, por supuesto, para que en su país no entren trabajadores extranjeros. Mas lo que sí tiene de llamativo es que sigan dejando que cualquier ciudadano, sea de la Unión Europea o de fuera de ella, deposite sus cuartos en bancos suizos, sin que sus autoridades se preocupen lo más mínimo si esos dineros provienen de la venta de alcachofas (pongo por caso), o de atracos, saqueos o fraudes a las arcas del estado del ciudadano que deposita los fondos. En una palabra, que a los suizos les da igual de donde procedan los dineros de Luis Bárcenas, pero no están dispuestos a dejar que tal señor trabaje en Suiza ni siquiera de limpiacristales. ¡Que circule el dinero, y cuanto más mejor, pero no las personas! ¡Qué curiosos son estos helvecios! Ni tampoco quieren saber que si les quitan los dineros que les confían los ciudadanos de otros países, se quedarán sin sus vacas, sin sus quesos y hasta sin sus relojes.
Tras el reciente referéndum, que acaban de ganar por menos de un punto los defensores de reinstaurar las cuotas de inmigración, se abre en Suiza un marco de inseguridad muy apreciable: cientos de emigrantes españoles, entre otros, pueden tener que hacer sus maletas camino de vuelta a casa. Lo escabrosamente lamentable de esta votación es que la han llevado a cabo con la xenofobia más repugnante, presentando a los inmigrantes como usurpadores de puestos de trabajo, cuando no como lirondos delincuentes. De hecho, quienes tratan de cerrar las fronteras, han construido su campaña electoral sobre un dato muy gelatinoso; decía así: son extranjeros siete de cada diez inquilinos de las prisiones suizas. ¡Hala, no solo nos echan con cajas destempladas, sino que además nos criminalizan!
Puesto que los suizos han decidido limitar la entrada a su mercado laboral a ciudadanos de países de la Unión Europea, por su parte, Bruselas reaccionó destacando que no se puede disfrutar por un lado de un acceso privilegiado al mercado interior de toda la Comunidad y, por otro, imposibilitar la libre circulación, y presagió que ello tendrá seguras consecuencias.
Lo que está por ver es si Suiza también restringirá la entrada de capitales a su paraíso fiscal, el mayor del mundo, como es el helvético. Aunque la respuesta es fácil de colegir: no les interesan las personas físicas, solamente su dinero.
De cualquier forma se presenta una alarmante situación para muchos compatriotas españoles, pues, reconozcámoslo o no, España ha empezado a ser un país de nueva emigración.
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