Cáritas
Una organización humanitaria y ejemplar, en cuyos comedores y centros de acogida se alimenta y da cobijo a los que no tienen pan ni techo. Cáritas, hoy, está desbordada por el paro provocado por la crisis económica que padecemos. Es más la demanda de necesidad, que los medios de que dispone esta organización católica para atender a esa necesidad, cada vez mayor y más acusada y angustiosa. Bien podía ese Ministerio de Igualdad, de la señora Aido, dejar de subvencionar chorradas y echarle una buena mano a Cáritas, porque está remediando las necesidades provocadas por la crisis y, en cierto modo, la crisis afecta e implica al Gobierno, cuya responsabilidad no es otra que arbitrar las medidas eficaces y necesarias para que todo vuelva, sin más traumas, a la normalidad económica y laboral.
En realidad, bajo esta óptica, Cáritas, obra social de la Iglesia, liderada por clérigos y seglares (hombres y mujeres que se sacrifican para socorrer al hermano necesitado, repartiendo ropas, dando comidas y alojando a los sin techo), se puede decir que está colaborando con el Gobierno. Y, paradójica e inexplicablemente, el Ejecutivo socialista ha desatado una ofensiva laicista de enfrentamiento con la Iglesia, a todo trapo y a todos los niveles, creando un clima de malestar y de preocupación en la ciudadanía, mayoritariamente católica.
Cáritas, ciertamente, se ve y se desea ahora para poder seguir atendiendo y remediar tanta necesidad como está ocasionando la crisis, pero superará la angustiosa situación y seguirá adelante con su ejemplar obra humanitaria y cristiana. Sí, porque el Maestro les echará una mano hoy, como ayer hiciera con la multiplicación de los panes y los peces. La fe mueve milagros.
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