Los profesores asturianos se van a dar clases al extranjero
Así reza un titular a tres columnas de su periódico hace días. Y supongo que será cierto, porque lo de tenerse que ir está, por desgracia, de moda. Y, como siempre, salimos a relucir los profesores interinos. Y se repite el ya clásico divide y vencerás.
Muchos de los profesores interinos que ahora tenemos antigüedad, y que según el artículo tendríamos ventaja en una supuesta oposición, tenemos también un amplio muestrario de notas altas en anteriores convocatorias. (En las listas no se entra a dedo, aunque eso no lo mencionan). Muchos echamos también en falta, en otros momentos, la ausencia de posibilidades: trescientos aspirantes para dos o cinco plazas era habitual. Muchos hemos hecho lo que en otra época se llamaba turismo MEC, en referencia a las siglas del Ministerio de Educación y Ciencia: irnos fuera de casa a opositar. Durante muchos años muchos nos dedicamos a trabajar por las mañanas y preparar por las tardes, no sólo el trabajo, sino los 72 temas de la oposición (de los que a lo sumo 10 tienen uso real en el aula). Hemos visto cambiar los temarios… y volver a los anteriores; hemos tenido exámenes de legislación educativa; o ejercicios prácticos de diversos tipos… Muchos nos hemos pasado muchas horas en cursos, conferencias, charlas, grupos de trabajo… para sumar los puntos por formación. Y supongo que muchos, también en su momento, les quitamos el puesto a otros interinos que estaban trabajando entonces.
Y hemos luchado por que se nos reconozcan los trienios, y los sexenios, y el esfuerzo, y el trabajo precario. Hemos trabajado en casa, y a muchos kilómetros de distancia; con contratos de un curso, o haciendo sustituciones de meses o semanas, y hasta hemos visto cómo una enfermedad o un embarazo nos dejaban sin trabajo. Y muchos, al final, nos hemos cansado: hemos decidido vivir y no sólo preparar oposiciones.
Aquí el problema no es si cuenta más la nota (¿la de qué año?) o la antigüedad (¿no cuenta el currículum en la empresa privada, o en el extranjero, según dicen en su artículo?). Aquí el problema es que todos queremos y necesitamos trabajar. Y que todos, en parte, tenemos razón: yo también quiero seguir trabajando.
Echar a los interinos con experiencia y antigüedad es facilitarle el trabajo a la Administración: un recién llegado cobra menos. Pero cuidado con lo que deseamos para los demás, porque en diez años, nosotros seremos los demás.
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