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Yo sigo siendo boalés

22 de Marzo del 2014 - Gilberto Sánchez Jardón (Valdepares)

Hace unos días el diario que usted dirige difundió la noticia del cambio de nombre oficial de Boal, así como de la toponimia del concejo. Igualmente recogía diversas opiniones sobre este hecho, con manifestaciones a favor y en contra. Unos días después aparecieron nuevos juicios al respecto. Ante las opiniones que defienden la conveniencia de «Bual» como la forma correcta quisiera hacer unas precisiones.

En primer lugar, se argumenta que el término «Bual» aparece en documentos de los siglos XVI y XVIII, lo cual es cierto. Pero no menos cierto es que a la primera pregunta de las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada correspondientes al concejo de Boal se responde que el nombre del mismo es «Boal». Y esto es respuesta de los propios vecinos. Por lo tanto, el término «Boal» no es una invención reciente, ya que aparece, al menos, en 1752. Pero, además, el hecho de que uno u otro término aparezca en el pasado podrá indicar algo sobre el origen, pero nada referente a lo que se dice en la actualidad. Si apareciese un documento donde de manera inequívoca apareciera un término en latín para referirse a Boal, ¿habríamos de adoptarlo? No me imagino a los ovetenses diciendo «Ovetus».

Argumenta otro entrevistado al tratar de explicar la aparición del término «Boal» que este nace en la villa (quiero pensar que el uso del término «villanos» en la entrevista debe entenderse exclusivamente como habitantes de la villa y carece de otro significado) en contraposición al término «Bual», que sería propio de los demás habitantes del concejo. Todo ello por una supuesta necesidad diferenciadora, digamos, de estatus. Afirmar este hecho para Boal es ignorar la historia misma del pueblo. Como hemos indicado, el término aparece ya a mediados del siglo XVIII, momento en el que la villa no es tal. Hasta principios del siglo XX Boal es poco más, puede que incluso menos, que los pueblos circundantes. ¿Qué necesidad de reafirmación de un hecho diferencial podrían albergar sus habitantes que no afectase a los habitantes de otros pueblos? Si suponemos que los habitantes pretéritos de Boal se levantaban todos los días con la preocupación de diferenciarse de sus vecinos, ¿por qué habrían de hacerlo cambiando el nombre de su pueblo? Pensar que un día todos se pusieron de acuerdo para empezar a utilizar «Boal» en lugar de «Bual» es ridículo. Este razonamiento parte de una suposición falsa. La de que «Bual» es fala y «Boal» es castellano. No es cierto. Tan fala es «Bual» como «Boal». Que en términos lingüísticos sea preferible una a la otra no hace que una sea mejor que la otra, ni castellaniza a una frente a la otra. ¿Acaso el término «Boal» fue traído de allende los montes por extraños conquistadores? No. Nació en el mismo sitio que el término «Bual», empleado por gentes que poco o nada se diferenciaban del resto de sus vecinos. Recordemos que en fala, como en gallego, existen una «o» abierta y una «o» cerrada. Al final todo depende de cuánto se cierre esa «o». A algunos, entre los que me cuento, nos cuesta pronunciarla, en otros es casi indiferenciable de una «u».

Pero supongamos que por el motivo que fuese los habitantes del pueblo de Boal decidiesen que ese habría de ser el nombre de su pueblo. ¿Qué término habría de prevalecer? ¿Aquel que usan los habitantes del pueblo o el que usan los de los alrededores? Sería tanto como admitir que si mis amigos me llaman de una determinada manera ese es mi nombre, y no aquel con el que yo me identifico. Tal vez deberíamos pedir al alcalde de New York o de London que cambien el nombre de sus ciudades. Para algo somos cientos de millones de hablantes de español diciendo Nueva York y Londres frente a unas pocas decenas de millones de neoyorquinos y londinenses.

Un tercer argumento, que en el día de redactar estas líneas aparece en su diario, es tratar de pensar en «Boal» como imposición frente a «Bual» por, digamos, los estamentos oficiales. Ello llevaría a usar el término «Boal» frente al más genuino «Bual». Personalmente, nunca sentí esa imposición. Y resulta difícil de entender cómo los boaleses ceden frente a esa presión mientras que se siguen usando los términos «Peirois», «Veigadouria» y «Villanova», por más que los carteles digan «Peirones», «Vega de Ouria» y «Villanueva». Se ve que son los boaleses somos más flojos.

En fin, no alcanzo a entender por qué cantamos en fala «¡Viva la villa de Boal, eu nun digo mal de nadie!» y decimos «En Villanova nin vaca nin nora».

La oficialización incluye no sólo el nombre de la capital del concejo. En la noticia publicada aparecen otros topónimos de los que hay otro que chirría enormemente. Me refiero al de San Llouguís, pueblo situado a dos kilómetros de Boal. Ignoro el momento de la fundación de dicho pueblo, pero no parece descabellado pensar que naciese, o al menos tomase el nombre, del santo que se venera en su capilla, San Luis. Tal santo no fue canonizado hasta finales del siglo XIII, por lo que la devoción al mismo debe ser posterior. ¿Cómo es que nadie se refiere al santo como San Llouguís? No hay duda para el que esto escribe de que en este caso estamos ante una burda manipulación de la realidad y ante la invención de un nombre que hasta el momento de la aparición de los carteles con doble toponimia nunca existió.

En cuanto a los concejales y el señor alcalde del concejo, mejor les sería aprender algo de historia local, leerse el «Boal y su concejo», de Acevedo y Huelves; los impagables trabajos de Enrique Sánchez Braña, etcétera. Por supuesto, después de ocuparse de las verdaderas necesidades de un concejo que en dos décadas ha perdido un 40% de su población, una población en las que las personas mayores de 65 años suponen el 36%, cifra que dobla prácticamente a la de los menores de 30 años. Con una tendencia similar no serán necesarios muchos años para que los carteles digan «Aquí estaba Boal/Bual, se murió de pura consunción».

Personalmente, me declaro insumiso, y remedando a Carlos Puebla cuando cantaba «Admiro todo lo bueno, admiro todo lo sano, pero si hay que decidir, yo sigo siendo cubano», he de decir que admiro la fala y admiro el castellano, pero si hay que decidir «eu sigo sendo boalés».

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