Paco de Lucía, guitarrista universal
Para las televisiones tal vez haya sido muy difícil que De Lucía hablara al micrófono. No era lo suyo. En las distancias cortas siempre se envolvía en la timidez del genio, y, con la guitarra, Paco fruncía el ceño, como si el genio, el duende, se resistiera a ser mostrado.
La prematura muerte de Paco de Lucía llegó como un latigazo desde las playas de México. No, no estaba en una de sus giras, donde el esfuerzo no agota el alma, pero sí el cuerpo. Estaba de vacaciones. La muerte, una vez más, viene decirnos que no sabe de esas cosas y se llevó por delante a uno de los mejores guitarristas que han existido.
Puestos a hacerle homenajes, habría que hacerlos durante muchas semanas. Ni así sería posible abarcar su grandeza. Ayer, incluso esta mañana, la radio dejaba brotar a borbotones la música de Paco de Lucía como agua de manantial, como agradables caricias y halagos. Todo tenía sentido, menos la muerte.
El jurado del premio «Príncipe de Asturias» de las Artes, cuando le otorgó el galardón en 2004, lo definió como «un músico de dimensión internacional». Esta es ahora, tras su muerte, una de las mejores maneras de recordar y rendir tributo a un artista que, más allá de sus éxitos, representa para la música en general y para el flamenco en particular, un puente entre los clásicos. Un puente histórico y decisivo junto a otros guitarristas o cantaores como el mítico Camarón, su amigo de la infancia, con quien compartió escenarios en los años sesenta.
Hoy, España entera y Andalucía en particular lloran a uno de los hijos que más proyección internacional les ha proporcionado en las últimas décadas y, desde luego, a la más grande figura que haya tenido el mundo de la guitarra. Por ello, al maestro de las seis cuerdas, que acaba de dejarnos a los 66 años, le han reconocido como inigualable su ya legendaria figura todas las instituciones de nuestro país.
Paco de Lucía fue pura simbiosis entre el artista y el flamenco, con el que consiguió formar un inseparable tándem que siempre ha sometido a continua renovación. Ha sido de los primeros en fusionar el flamenco con el jazz, el blues, la música cubana o la bossa nova, sin abandonar las fuentes. Por ello, el legado de Paco de Lucía, un grande entre los grandes, quizá se resuma en la identificación que él mismo estableció entre el flamenco y el cante.
Sin ninguna duda, su reciente muerte dejará durante mucho tiempo profunda huella. Descansa en paz, maestro.
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