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¡Cataplán estratégico para la Uniovi!

16 de Marzo del 2014 - Francisco Javier Ballina Ballina (La Fresneda)

Saben los que saben de gestión, y más si es de lo público, que no hay mejor forma de no hacer nada que hacer un plan. Y si es estratégico, ya ni te cuento, porque el horizonte del largo plazo facilita que el no hacer nada pueda ser infinito. Está en la página primera del capítulo primero de «El Príncipe» de Maquiavelo: hacer un plan mientras se pasa la tempestad es la mejor forma de amainar la tempestad.

La Universidad española, en general, y la Universidad de Oviedo, de forma especial y urgente, necesitan de acciones inmediatas de paralización de su actual rumbo, en primer lugar; de reorientación hacia otro rumbo, en segundo lugar, y de fijación de un nuevo rumbo, en tercer lugar. Que nos entendamos: dejar de hacer lo que se está haciendo, introducir medidas correctoras urgentes y determinar objetivos de futuro adecuados.

Las acciones son toma de decisiones, inmediatas, para evitar el naufragio, ahora. No cabe encerrar al comandante y a los capitanes en la sala de mando a debatir y consensuar sobre lo más adecuado para el inmediato futuro. Puede, es fácil, que se ahoguen pensando tan concienzudamente mientras el barco naufraga. Y entonces ya no habrá ni presente ni futuro. Sólo una placa para la historia universitaria.

Cataplum, cataplán (onomatopeya de caer) «estratégico» es lo que le pasará a la Universidad de Oviedo sino se actúa ya.

El pasado domingo 2 de marzo un colega universitario planteaba en LA NUEVA ESPAÑA entretenernos en redactar un plan estratégico para la Universidad de Oviedo. Identificaba tres orígenes de la actual situación crítica: la económica, la institucional y la de valores. No estoy de acuerdo (como no podía ser de otra manera). La situación actual es directa consecuencia de un largo proceso de inadecuación, inadaptación, de la Universidad a los cambios de valor, de valores, de intereses y de necesidades económicas y sociales. De un sistema docente arcaico, insulso, nada estimulante para el alumno, ocioso y vicioso, donde la innovación es un diablo. Absurdamente repetitivo. Y de un protocolo de investigación endogámico, enemigo de la investigación aplicada, orientado en exclusiva a la publicación académica como única vía de promoción económica para sus profesores.

Una caja negra, autónoma en su gestión, escasamente transparente en sus procesos y nunca evaluada en sus objetivos. Un ente aislante y aislado del desarrollo social y económico de su propio país.

Todos lo sabíamos y lo seguimos sabiendo. Pero el papel del Banco de España lo aguantaba todo. La bonanza económica multiplicaba las cátedras, los tramos de investigación, las nóminas de los profesores; se construían edificios, se adquirían equipos, se sumaban nuevas titulaciones y másteres universitarios. ¡Sarna con gusto no pica!

¡Y en esto llegó Lehman Brothers y mandó parar! La crisis pública aprieta duramente los presupuestos universitarios. La sociedad avala con satisfacción dejar de financiar entes públicos de dudosa eficacia antes que recortar en sanidad, pensiones, educación básica... Lógico, ¿no?

Coherente con lo que nosotros mismos nos hemos ganado a pulso. La culpa no es de los valores de los demás, es de nuestros propios valores como universitarios. ¡Qué narices!

Que además tengamos un gobierno universitario pusilánime es un agravante. De recorte en recorte y tiro porque me toca. Chocolate del loro, en la mayoría de los casos, medidas improvisadas siempre, faltas de explicación y consenso una y otra vez. ¡Gestión por ocurrencias! Y sobre todo falta de valentía, de liderazgo, nula iniciativa para la reacción externa frente a los poderes públicos e interna frente a profesores, PAS y estudiantes.

Eso sí, ¡siempre les quedara la excelencia!

No son tres crisis, es una, la misma de siempre, de hace muchos años.

Estimado colega, de poco nos va a servir el cambio de rector o la consecución de más presupuesto, de mucho menos pretender cambiar los valores de los demás. Tenemos, debemos, hacer nuestros propios deberes. Bien sabemos cuáles son: generar profesionales de inmediata empleabilidad e investigación de enorme aplicabilidad. Las decisiones en esa dirección deberían estar tomadas ya. No hacen falta planes, sino valientes, de fuera y de dentro, de arriba y de abajo.

Francisco Javier Ballina Ballina, profesor de Universidad, La Fresneda

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