La generación del miedo
La palabra miedo está impresa en la mayoría de personas, que constituyen hoy en día la clase trabajadora. Dichas personas han perdido lo que llamamos la ética y su dignidad como personas, para conservar su puesto de trabajo. Las empresas ya sean públicas o privadas han aprovechado la coyuntura para despojar a dichas personas de cualquier tipo de representación y moral. Las han convertido en simples marionetas a su servicio, lo que conlleva a la desunión de las mismas y a la no consecución de objetivos mínimos para mejorar en sus puestos de trabajo; es más, se le ha despojado de derechos consolidados por generaciones anteriores de tener un sueldo digno y ser respetados tanto como persona física como profesional, sea cual sea tu categoría profesional. La diferencia salarial se ha incrementado de manera exponencial en los llamados años de crisis económica. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Decía un viejo proverbio que vale más morir de pie que vivir siempre arrodillado.
Los poderes públicos y privados están consiguiendo que sus empleados se conviertan en un rebaño muy servil y muy bien adiestrado. Las personas casi siempre entran en lugares donde hay más personas, y si está abarrotado el lugar, mejor, se sienten protegidas por dicho caparazón, ya que sí entran en lugares con poco o ningún público se sienten desprotegidos ante cualquier adversidad. Estamos ante la generación más cobarde nunca conocida. Pensar diferente a la mayoría es ser díscolo, ya que pocas personas tienen la capacidad de pensar por sí mismas y tomar decisiones de acuerdo a su conciencia, sus decisiones tienen unas líneas marcadas por el poder y del miedo a salirse de lo común, temor a perder lo poco o mucho que posean aunque ello cueste perder su independencia como persona.
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