Al jefe de los municipales de Cudillero
El día 20 de febrero aparqué mi coche un momento a la puerta de la oficina de Correos de Cudillero donde creo que está permitida la actividad de carga y descarga. Fue un momento, dejé los flashes de posición activados y el motor en marcha. Tenía que franquear veinte paquetes o envíos de los libros publicados por mí. En la americana llevaba un pin de la Guardia Civil que me regaló una persona muy querida y era mi forma de manifestar al Cuerpo tras los sucesos de Melilla en que se ha puesto al Instituto del Duque de Ahumada en la picota.
Estaba lloviendo y yo padezco un lumbago del que me tratan en la Seguridad Social de Cudillero. No pude encontrar sitio de aparcamiento aparte de que no podía acarrear veinte paquetes. No entorpecí la circulación. Fueron unos pocos minutos, quizá cuatro.
Al salir me encuentro al sargento jefe de los municipales de Cudillero que está escribiendo la denuncia. Le dije que por favor me perdonara. No sólo no lo hizo, sino que adoptó una actitud chulesca y prepotente echándome en cara el ser indigno de llevar un pin de la Guardia Civil que me regaló una persona muy querida precisamente el día en que algunos medios de comunicación acusaban a la Benemérita de conducta inapropiada por los sucesos de Melilla.
Esa actitud del agente me sacó de las casillas. Creo que el perturbador del orden público fue él. Dije que su postura era casi hitleriana y de poca convivencia y que si yo no era digno de portar la insignia, a él le venían grandes los galones de sargento.
Como periodista y como español de origen judío siempre la arrogancia y la actitud prepotente y chulesca de cualquier persona y sobre todo si se crecen porque portan en la cabeza una gorra de plato como los nazis, y este señor jefe de los municipales por cuya causa tantas desdichas vinieron al pueblo de Cudillero, me produjo con sus palabras derogatorias hacia mi persona y hacia mi insignia repugnancia y así lo hago constar en este escrito.
En testimonio de que ninguna animadversión alentaba contra los servidores de orden público, retiré la denuncia que presenté al respecto en la Comandancia de la GC de El Pito y en el Registro de la Alcaldía, amén de haber escrito una carta al alcalde interino procurando concertar una avenencia.
Al no ser así, pues acabo de recibir notificación de la Delegación del Gobierno en que se anuncia incoación de expediente contra mí, me veo en el aprieto de defender mis derechos, basándome en que la multa no se atuvo a las reglas (la puerta de un establecimiento donde se hace carga y descarga en la calle Antonio Bravo) y la breve duración del estacionamiento.
Por otra parte, me parece inadecuado que un funcionario público recrimine a un ciudadano por portar un pin de la Benemérita que para mí son los mejores funcionarios de este Estado.
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