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Sobre la ley de asturianía

5 de Marzo del 2014 - Antonio García de Tuñón Pedemonte (Madrid)

Esta ley es un paso más hacia la nacionalización de la región asturiana, camuflado en una ley irrelevante y aparentemente inocente y bienintencionada. Sin embargo, esconde oscuras intenciones políticas que no se explicitan pero que subyacen al texto legislativo. Es paradójico que la izquierda sea su principal defensora. Se habla literalmente de elementos de identidad política, lingüística, cultural y social de Asturias en reiteradas ocasiones.

Cuando se habla de cultura asturiana, ¿a qué se refiere el texto? El uso del término cultura en singular es peligroso pues presupone implícitamente la existencia de una nación propia de carácter étnico-cultural con intenciones políticas. Es un término comodín, aceptado y sacralizado por la progresía. ¿Acaso no es parte de nuestra cultura la petanca, la pornografía o la bomba atómica? Cultura es todo aquello que se puede transmitir por aprendizaje.

Como apunta Gustavo Bueno, Asturias no es una nación política, pues no tiene soberanía; tampoco histórica, pues si tiene historia es a través de España, y tampoco étnico-cultural, pues los lazos que nos unen con el resto de la Nación son muchos más de los que nos separan. Si seguimos por vías como ésta, romperemos estos lazos.

La ley da por supuesto que el bable es el idioma genuino de Asturias, y que el español es postizo o sobreañadido. Esto es una falsedad histórica y un disparate político. No hay más que ver la producción literaria en la región de una y otra lengua para darse cuenta de cuál es la realidad lingüística asturiana. Además, se habla del bable como una lengua unitaria cuando la realidad demuestra que existen multitud de bables.

No persigue promover el bable, sino su instrumentalización política. Lo extraño es que la izquierda defienda estos planteamientos. Si no fuera por su odio visceral a España, ellos mismos se tacharían de reaccionarios ultramontanos.

Mientras desaparecen las zonas asturianas donde se hablan los bables se financian instituciones o programas televisivos que hablan un bable académico, artificial e impostado. Todo a costa del contribuyente y del secuestro de las instituciones por parte de políticos, sindicalistas y empresarios elegidos con el dedo. Se evita hablar de España y en su lugar se habla de «Estado español», lo que recuerda a la manipulación lingüística de otros nacionalismos separatistas.

La concesión del estatus de asturianía y la pertenencia a la comunidad mundial asturiana es un disparate y está fuera de las competencias autonómicas. Recuerda a la umma mulsumana por sus tintes teológicos.

Una ley muy parecida fue la repatriación de alemanes étnicos en el Tercer Reich, o las políticas de Putin con los rusos étnicos en la actualidad. Estas políticas, pese a su cuestionable legitimidad, pueden tener su sentido dentro de una lógica imperial pero no en una región como Asturias, donde resulta ridículo.

La proposición de ley de los griegos de Amanecer Dorado es un ejemplo de esta clase de planteamientos. El proyecto pretendía conceder la nacionalidad a aquellos griegos étnicos repartidos por el mundo. Algo que va en contra de la integración y asimilación de estas poblaciones en sus lugares de residencia, y supone una injerencia en la soberanía de otros estados.

La ley de asturianía no llega a estos extremos pero va por esa vía. Aplicando la misma lógica, ¿qué pasaría si Marruecos llevase a cabo este tipo de políticas en territorio español? Estas megalomanías son el germen del nacionalismo catalán y el vasco, y hoy estamos pagando sus consecuencias. Con la falta de combate a estas posturas este discurso gana fuerza y se convierte en dominante.

Es un deber enfrentarse a este tipo de ideologías que se basan en resentimiento y en odio hacia España. Esto lo dice una persona que se siente y que es profundamente asturiana y por tanto profundamente española. Es este sentimiento el que me lleva a defender la verdadera asturianía: el amor por la libertad, que tantas veces hemos demostrado a lo largo de la historia desde la batalla de Covadonga hasta la guerra de la Independencia.

Hoy como ayer Asturias es España y lo demás tierra conquistada, cuando todo estaba perdido Asturias resistió. Seamos otra vez ese foco de resistencia que España tanto necesita. Sólo una comunidad autónoma con profundas raíces y una identidad sólida, pero abierta y tolerante, como siempre ha sido Asturias, puede poner en cuestión los dogmas nacionalistas.

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