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El expresidente Areces y la prueba del diez

16 de Marzo del 2014 - Félix Martín Martínez (Oviedo)

La negativa a declarar de parte del expresidente Areces en la comisión por la corrupción del Niemeyer es la prueba del diez de este irresponsable político que, no conforme con haber hundido Asturias durante sus ocho años de desgobierno, pretende ahora zafarse de la justicia sin responsabilidad alguna.

El tiempo de Areces al frente de Asturias es de libro «Guinness», y no precisamente para presumir. El aumento del desempleo en connivencia y desaconsejo del incapaz consejero Graciano Torre (de 60.000 a más de 100.000 parados), y en coincidencia además con el Gobierno Zapatero, es su primer «logro» que, no obstante, tiene otros capítulos para la historia negra de Asturias. Las obras faraónicas de Álvarez Areces en sus dos mandatos de desgobierno están, no sólo por finalizar, sino que, en el caso del Muselón, por demostrar su necesidad. Junto al HUCA, es récord de falta de previsión económica y desmedido grandonismo que, por ello, ha triplicado su presupuesto inicial.

Por eso, claro, la justificación del impuesto del «céntimo sanitario», o la continuidad del peaje del Huerna, por más que el mismísimo Zapatero hubiese prometido dentro de sus habituales orgasmos mentales de Rodiezmo, que se suprimiría. La corrupción en el caso del carbón traído de Polonia y metido por la puerta trasera de la Mina de la Camocha para justificar así las ayudas europeas a una industria declinante desde la época del ministro socialista Solchaga, es otro de sus logros mayores. Entre tanto, la sindicalería asturiana, connivente con esta situación, y no digamos tan agradecida por las ayudas multimillonarias a los «cursos de deformación», dilapidados sin resultado positivo alguno, ha sido otro de sus apoyos. La falta de conexiones aéreas internacionales desde Ranón es otra muestra de su incapacidad.

El innecesario invento de la Defensora del Pueblo Asturiano, para regalárselo a la hermanísima Antonia Felgueroso (con un currículum jurídico que cabe en un sello de correos), es otro de sus desatinos y despilfarros económicos. Eso sí, compartido con el PP, a cambio de un puestín para Noel Zapico; coches oficiales Phaeton (de 16 millones de pesetas cada uno), sueldos millonarios, etcétera. Recientemente esta falcatruada socialista ha sido suprimida. ¿Acaso los asturianos nos sentimos ahora huérfanos sin la protección de la Felgueroso?

Y acerca de sueldos millonarios, hay que recordar el que Areces regaló a su señora esposa, de forma ilegal, nombrándola directora del Instituto Adolfo Posada (para cuyo puesto se precisaba una licenciatura que dicha señora no tiene). Pero, eso sí, la puso al frente del ente que controla y programa la mareona de nuevos funcionarios asturianos. Por el contrario y perdido el mínimo de sensibilidad académica necesaria para el caso (si es que alguna vez la tuvo este antiguo profesor comunista), Areces fue siempre contrario a la ley de Autoridad del Profesorado que otras comunidades hace tiempo que contemplan. Lo mismo que su querido correligionario y también otrora comunista Riopedre, máximo responsable del mayor caso de corrupción (hasta ahora descubierto), dentro de las entrañas socialistas de Asturias. Por fortuna y desde hace pocos meses, dicha ley ha entrado en vigor.

La TPA fue otro de sus despilfarros. En una región con un paro alarmante y una economía de emergencia, el proyecto televisivo ha sido una innecesaria redundancia mediática «ad maioren gloriam» de Areces. Por todo y la desmedida ambición política demostrada en su puesta en marcha, la situación actual de la TPA es de quiebra absoluta, y no digamos la de docenas de trabajadores despedidos o perseguidos.

Hay que tener vergüenza cero o, lo que es lo mismo, hay que ser muy sinvergüenza para, escamotear su responsabilidad en el «caso Niemeyer» argumentando la falta de legitimidad de la comisión parlamentaria al efecto. Salvando las distancias, es la misma prédica de los terroristas etarras a la hora de ponerse delante de un juez. Por si acaso y teniendo en cuenta toda la corrupción antes apuntada, Areces es actualmente uno de los silentes culisedentes de la cueva de Alí Babá que algunos se atreven a llamar Senado. Ojalá alguien, alguna vez, nos explique para qué sirve. A ser posible, que no sea Álvarez Areces.

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