Siempre la misma porca miseria.
Me refiero a la atracción de las moscas por la mierda de caballo de batalla ante el teatro de la Historia: menudo éxito. En la década de los sesenta del siglo pasado le preguntaron en una entrevista al presidente de la Corporación Rand: «¿Qué secretos guarda su trabajo; qué hace con tantos sofisticados ordenadores?» A lo que con una sonrisa respondió: «Vamos analizando la 3333 crisis económica y su consecuente reestructuración por medio de una guerra mundial que procuramos evitar». Para tranquilizar sobre los ordenadores matizó: «aún nuestros intuitivos creativos les ganan resolviendo un simple problema logístico». Dudo que hoy, con el desarrollo exponencial del hardware y del software, siga siendo así. Sin embargo, seguirán siendo intuitivos creativos quienes planteen las preguntas que serán respondidas por los equipo personas/máquina. Cuando Higgs propuso la existencia de su bosón, todo el mundo deseó materializarlo; se le veía venir y hoy lo tenemos. La Historia se sigue reinterpretando de forma retrógrada por personas que se dicen marxistas: ¿quién intenta transformarla? El Imperio (sea cual sea) y los Rebeldes (sean cualesquiera que sean) atacan y contraatacan con despliegues galácticos. Todo el mundo arde en deseos de materializar su valor y su valía. Lo cierto es que las fuerzas del Imperio y las Rebeldes, ante esta crisis y un desarrollo tecnológico que exige cambios y colaboración, no quieren colaborar y enfrentarse a los problemas reales de las personas para resolverlos, sino que, ante los peligros que se avecinan para su retrógrada supervivencia, quieren seguir reinterpretando la Historia de la destrucción del otro por cuestiones tan arcaicas como fronteras y territorios de lo mío contra lo tuyo, sin querer ver que ya estamos en lo de todos.
Cuando se inventó el motor eléctrico y el de combustión interna, el poder industrial de las ciudades se enfrentó al campo del Imperio: la I Guerra mundial. La victoria de la industria trajo la revolución proletaria y la burguesía pasó de dueña de campos a accionista de banca e industrias; el siervo a trabajador. El desarrollo industrial en las ciudades, y su reorganización del trabajo, trajeron grandes avances y desempleo: prosperidad para algunos, pobreza para otros; fue necesaria otra gran reestructuración: la II Guerra mundial. Durante ella aparecieron ordenadores y algoritmos capaces de enfrentarse al Enigma, al final, se acabó con cañones capaces de derribar aviones automáticamente en lazo cerrado con el radar, y se pasó a poseer cohetes capaces de lanzarse al espacio. Comenzó la robotización y la gran revolución de las TICs junto a la semiabandonada carrera espacial. Hoy, en plena expansión exponencial, la Humanidad debe pasar de la competitividad a la colaboración, del alienado salario a la actividad vocacional voluntaria y autónoma; debe estar dispuesta a cambiar y transformar la Historia. El pacífico debe auparse al nivel del guerrero para derrotar a los retrógrados que, con sus viejas ideologías de lo mío contra lo tuyo, de Stalin frente a Rooselvet, se enfrentan entre sí para que todo siga igual. Dentro de poco tendremos elecciones al Parlamento Europeo: ¿habrá candidatos dispuestos a elevarse sobre la mediocridad y cambiarlo todo? No valen reinterpretaciones de la Historia con fronteras, lenguas, territorios, o ideológicos exterminios. Pero, háyalos o no los haya, debemos colaborar con sentido global para: siendo intuitivos, creativos, y nada partidistas, ir a votar para cambiar la Historia consiguiendo una auténtica Europa Unida: soberana y constitucional; y, ¿por qué no?, con su ejército de defensa, sino: ¿cómo se va a elevar el pacífico al nivel del guerrero para luchar por las personas con equidad frente a tanta dicotomía retrógrada? [Posiblemente la pacífica Suiza tenga el mayor ejercito europeo de voluntarios con armas en casa.]
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