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¿Qué pasaría si Cataluña proclamase la independencia?

17 de Marzo del 2014 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

El Gobierno catalán ha establecido la fecha del 9 de noviembre como el día para celebrar el referéndum sobre la independencia de esa comunidad autónoma, pero ya hay indicios de que, por varias razones, este puede ser sustituido por una declaración parlamentaria. La celebración de un referéndum ilegal puede ser muy complicada, porque las resoluciones judiciales y la actuación preventiva de la Policía y la Guardia Civil pueden minimizarlo, pero, sobre todo, porque también se corre el riesgo de perderlo o de ganarlo por la mínima, algo que sería catastrófico para los nacionalistas y sus aliados.

Con el fin de la URSS no solo cayó el Muro de Berlín, se abrieron algunas cajas de Pandora que el tiempo ha demostrado nefastas. El equilibrio estratégico basado en la convicción de la destrucción mutua asegurada desapareció, dando lugar a nuevas doctrinas militares muy peligrosas, que parecen soslayar el riesgo de holocausto nuclear mundial. Pero también se abrió la veda para dibujar nuevos mapas, rompiéndose algunos países y apareciendo otros, algo que, no deberíamos olvidarlo, fue la causa de todas las guerras que ha sufrido Europa. La desintegración de la URSS no fue demasiado traumática porque esa entidad estatal se había formado no hacía mucho tiempo, en los años 20 del siglo pasado, y solo estaba mantenida por una ideología política, no por fuertes lazos históricos y culturales. Eso mismo sucedió con Checoslovaquia. Pero, Yugoslavia era otra cosa, a ese avispero que el croata Josip Broz Tito había logrado mantener unido después de derrotar a los nazis llegó el virus nacionalista y la OTAN hizo todo lo posible para que se extendiera la infección, apoyando terroristas e incluso usando su fuerza militar en bombardeos aéreos. Los conflictos regionales también se extendieron al Caúcaso y desde entonces en Europa ha vuelto el olor a sangre y pólvora.

La nueva moda se propagó, porque se trazaban nuevas fronteras y se salía impune. Tensiones históricas que los Estados habían logrado anestesiar volvían a brotar con ímpetu: en Italia, en Gran Bretaña, en Bélgica o en España, las regiones mas ricas quieren independizarse y dan pasos decisivos en esa línea, merced a la debilidad de los propios Estados, cuyo poder e influencia cada vez es menor, y a la complicidad del nuevo orden económico mundial.

Los conflictos de Yugoslavia, el Caúcaso y Crimea nos han enseñado que la fuerza militar ha vuelto a Europa como forma para resolver las discrepancias, al margen del sentido común y de la legalidad internacional de la ONU.

Si los separatistas catalanes declararan unilateralmente la independencia, al margen de la Constitución y de la autoridad del Gobierno del Estado, España se encontraría en una situación dramática, porque eso mismo sucedería en el País Vasco casi de inmediato y a la pusilanimidad de nuestros políticos y una buena parte de la ciudadanía habría que añadir que nuestras FF AA se encuentran en una situación tal, por el escaso número de efectivos y medios, que serían incapaces de cumplir con el mandato constitucional. Dijera lo que dijera el presidente Rajoy, la desintegración de España sería un hecho y Artur Mas y los secesionistas lo saben.

La Historia ha demostrado que la pérdida del poder estatal y la fragmentación de entidades que se habían mantenido unidas durante siglos, lejos de solucionar los conflictos, generan otros nuevos mucho mas graves. Ya estamos asistiendo a escenarios que hace pocos años no nos podíamos ni imaginar, pero podemos llegar a ver como el nuevo imperialismo de aldea se quiere anexionar los Países Catalanes en una huida hacia adelante de locura, en medio de nuevas guerras que ahora se nos antojan de ciencia ficción.

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