Cultura y botellón
He leído un artículo publicado en LA NUEVA ESPAÑA el pasado domingo sobre el botellón. Me parece razonable que nos preocupemos por el consumo del alcohol en las generaciones futuras, puesto que su ingesta frecuente repercute en su desarrollo físico y en otros factores, como la memoria o la afectividad. Los jóvenes no se percatan de las consecuencias que esto trae, y creo que deberíamos hacer todo lo posible por que tengan en cuenta estos pequeños, pero también, importantes detalles.
Sin embargo, hay una parte de ese texto con la que no estoy de acuerdo: no entiendo por qué la ley tiene que prohibir a los colegios e institutos asturianos organizar salidas escolares con sus alumnos a los llagares de sidra. En mi opinión, esto no tiene ninguna relación con el botellón: la causa de que los jóvenes hagan botellón está relacionada con otros principios, como la venta de bebidas alcohólicas a menores, y la educación que los padres transmiten a sus hijos con respecto a este asunto. No tiene ningún sentido que se prohíban tales salidas, cuando éstas tienen una finalidad cultural. Y creo que también es importante el hecho de que sepamos cómo se elabora la sidra. Con eso estamos quitando un poco de cultura general que es necesario aportar a nuestras próximas generaciones.
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