¿Vía pública? Esto es un recinto privado
A lo largo de los últimos dos meses me pregunto cuánto de corrupto está en
Avilés cualquier cosa en la que pensemos. Me pregunto cuánto de formadas
están las personas que se encargan de nuestra seguridad, todas ellas,
cobrando nuestros impuestos.
Resido en una urbanización privada, al final de la calle Camino Viejo a
Pravia, más comunmente llamada «las torres de cristalería». Como privada que
es, la ordenanza municipal del Ayuntamiento de Avilés sobre vías públicas no
es aplicable dentro del recinto. Las normas de convivencia y aparcamiento
las establecen los estatutos de la comunidad y la buena fe de los que aquí
residimos.
El 11 de enero, sábado, sobre las 12.30 del mediodía, una patrulla entra
dentro del recinto y, a través del interfono, aun pidiéndoles que subieran
al domicilio familiar, comunican a mis progenitores que debo retirar un
remolque para el transporte de caballos dado que es un «aparcamiento
indebido en la vía pública». Dan 24 horas para retirarlo, de lo contrario se
procederá a llamar a la grúa.
Como no entiendo a cuento de qué los servicios municipales tienen que
intervenir en un recinto privado, al salir de mi trabajo voy a la oficina de
la Policía Local.
Allí me dan las explicaciones pertinentes sobre la ordenanza municipal en
cuanto al aparcamiento de remolques sin motor, y al especificar que se trata
de un recinto privado, el jefe de turno decide buscar la llamada
denunciante, no constando en ningún lugar, y llama al jefe de turno de la
mañana siguiente para comunicar que esto es un recinto privado.
Domingo 12 de enero, a las 15.00 nuevamente aparece una patrulla en el
recinto, aun habiéndoles avisado, y marchando del recinto tras la presión
vecinal sin realizar ninguna acción.
El 23 de enero vuelvo a personarme en la oficina de la Policía Local para
informarme sobre la imposibilidad de tener ahí un remolque, dado que uno de
los accesos a mi urbanización es público, sin estar delimitado por una valla
(el otro acceso sí) y el jefe de turno de ese momento me dice que han tenido
que hacer una consulta a órganos superiores, porque ni ellos saben hasta qué
punto pueden acceder dentro del recinto. Es decir, posterior a la supuesta
denuncia y al intento de retirada del remolque, volví para informarme.
Me hacen saber en esta visita que en patrimonio del Ayuntamiento les han dicho que sí, que es un recinto privado.
Lunes 17 de marzo, recibo en el domicilio familiar un aviso de llegada de
correos con remitente del Ayuntamiento. Dado que para recogerla hay que
esperar al día siguiente, llamo al servicio de atención del ciudadano (SAC) del
Ayuntamiento para informarme de qué se trata, haciéndome saber que es una
multa del 20 de febrero «por aparcamiento indebido de un remolque en la vía
pública».
No puedo evitar el enfado que siento ante la incompetencia de los agentes de
la Policía Local. Tampoco puedo evitar el enfado al saber que no es normal
que a lo largo de dos meses vengan específicamente tres veces a lo mismo,
pensando ya que se trata de acoso, dado que hay en el mismo recinto más
vehículos que no podrían aparcar en la vía pública (como una autocaravana)
pero sólo siendo objetivo de multa el remolque que yo uso puntualmente para
desempeñar mi empleo. No puedo evitar que se me frunza el ceño cuando mi
único día libre lo invierto en poner reclamaciones en la oficina que el
Ayuntamiento tiene en Cabruñana y en hablar con agentes de la Policía Local
que todos tienen conocimiento de que mi recinto se trata de una propiedad
privada salvo el que se empeña en multarme.
Pago mis impuestos para que no me hagan perder el tiempo con cosas que son
obvias, porque el tiempo es oro, el que lo pierde es bobo y el que me lo
está haciendo perder un, con perdón, hijo de...
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