Lo presentía
Qué podría decirte, Faustino, preclaro amigo, en estos momentos de pesar que para siempre, incluso avisando, sin temor a ingrata Parca, de tu querida Asturias, te nos has ido, y que ya nunca podremos abrazarte ni recibir siempre sonriente tus saludos, o escanciar alegremente, contando chistes o hablando en serio ante un vaso de «bon vino» festinero o un cubata universal de rones viejos... Presentía, presentía, desde cuando «En la raya de Galicia» públicamente, histórico libro, fuera presentado, que el «apretón de manos y abrazo» mencionados en mi carta aparecida en este diario el día 11 de febrero, tal acto de pura amistad, por tu mala salud, jamás se realizará...
Por eso, en un lugar sagrado, en San Isidoro, multitud de gente, amigos de veras, te acompañamos... y al pasar el féretro rodante donde dormido iba tu cuerpo, dos veces, los dedos de mis manos rozándolo besaron, e hicimos nuestros los mensajes tan cristianos del padre Ángel, como de tu amada esposa e hijos, los inevitables escapes de lágrimas... Por eso La Paloma viste luto como otros entrañables lugares que visitaban y ya no digamos de las Españas a donde llegaron tus letras de un gran maestro del periodismo. Tiene razón suprema integral García Linares, tu amigo del alma: «Se ha ocultado el sol, pero tú seguirás brillando...». Y acompañando a Luis Mugueta, también alzo mi copa «a tu salud. Como si fuera ahora»... Recitándote mis versos: Estiro el brazo / y cojo el vaso, / encojo el codo / y en tu nombre, ¡me lo bebo todo!
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