Un agudo análisis del Papa Francisco
No cabe duda de que es un reflejo fiel de la realidad actual de la Iglesia y la sociedad lo que se describe en la última exhortación del Papa Francisco: "Evangelii Gaudium". Simplificando mucho, sólo me detengo en aquello que más atención me despiertan las palabras del Papa. Se habla de la nueva evangelización, esto es, de las cualidades que debe poseer y los defectos que debe evitar un evangelizador en el cumplimiento de su misión. Entre las exigencias de la tarea misionera figuran la alegría que debe irradiar el mensaje evangélico, porque proviene del gozo de Cristo y, como tal, se opone a la tristeza individualista que nace “del corazón cómodo y avaro”. Tratándose de una realidad verdadera y bella, debe ser expansiva y comunicativa sin que los comunicadores muestren tristeza y desaliento, o “cara de funeral”, en palabras del autor, que en ocasiones utiliza neologismos o americanismos, como “primerear”, “cara de funeral” y similares expresiones.
La nueva evangelización (mensaje de siempre con nuevas formas) pretende ser una invitación a la alegría y a la renovación, adentrarse en temas prácticos y cotidianos (el problema de los pobres no deja nunca de ser prioritario), acompañar a la humanidad en todos sus problemas y sucesos (actitud inclusiva y no exclusiva). En consecuencia, la exhortación ofrece una visión motivadora y misionera, y hace hincapié principalmente en la inclusión social de los pobres (se habla de una Iglesia pobre para los pobres), sin descartar otros problemas igualmente dolorosos. Hay dos cuestiones que no pueden esperar y que me llaman la atención: la necesidad urgente de resolver las causas estructurales de la pobreza y el deber de respetar la vida de los más débiles. La primera cuestión es insoluble si antes no se abandonan la “autonomía absoluta de los mercados” y “la especulación financiera” en sistemas económicos imperantes. En cuanto a la segunda cuestión, los seres más débiles e indefensos son los niños por nacer. Su defensa es el derecho y el deber fundamental de toda persona y está ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Se basa en que un ser humano es “siempre sagrado e inviolable en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo”.
Subtítulo: La nueva evangelización
Destacado: Las propuestas del Papa son abiertas, universales, conocidas por todos, porque dejando los recintos cerrados es preciso salir fuera, a las calles y plazas, conducidos por un pastor bueno, alegre y hasta garboso
El Papa tampoco es ajeno hacia otros males. En cuanto a la política, tan denigrada en nuestros días, asegura el Papa que es una vocación, un modo de hacer caridad y buscar el bien común. Por lo que se refiere a la relación ciencia-fe, tan discutida, resalta la complementación y el diálogo sincero entre ambas, antes que una hostil confrontación. Por tal motivo, la Iglesia no pretende detener el progreso de las ciencias, sino reconocer el potencial dado por Dios a la mente humana. No se acepta una “economía de la exclusión y la inequidad” porque entra todo en el juego de la “competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil”. Hoy la secularización nos lleva a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado, negando la trascendencia, perdiendo el sentido del pecado, etcétera. Se habla de la mundanidad espiritual que sustituye la gloria de Dios por una gloria humana. Tampoco se echa en olvido el dolor y vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia.
Pero lo negativo no rebasa lo positivo y bueno que hay en ésta. De ahí que el Papa Francisco sueña con una nueva evangelización, una Iglesia pobre, que transforma todo, que llena de misericordia, donde uno se siente acogido, amado, perdonado. Las propuestas del Papa son abiertas, universales, conocidas por todos, porque dejando los recintos cerrados es preciso salir fuera, a las calles y plazas, conducidos por un pastor bueno, alegre y hasta garboso.
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