Señora subinspectora de Trabajo, ayude
Se encuentran muy lejos las ayudas o simplemente los apoyos que tanto necesitamos los que comenzamos a formar o intentar establecer una empresa en esta región. Dicho muy claro, no hay ayudas, es una fantasía, no existen las subvenciones, todo lo contrario; no deja de haber pegas e inconvenientes varios de todos los estamentos, de todo tipo e incluso te puedes encontrar con una propuesta de sanción de elevadísimo importe por parte de una señora subinspectora que basándose en no sé, y que según su criterio y apelando a todo un compendio de artículos presupone una irregularidad, que por su cuantía y habida cuenta de que todo y más está invertido en el negocio, no podría asumir.
Vera usted, señora, afortunadamente siempre he trabajado, no se puede imaginar a qué precio, y ahora con un esfuerzo ímprobo, esfuerzo, como no podría creerse, monetario y moral, que incluso me impide descansar, estoy metida hasta las cejas (en todos los sentidos) en un pequeño negocio que hasta la fecha la Administración (sí, esa que con sus políticos tardan vergonzosamente y sin que se les caiga la cara de vergüenza, tardan meses en ponerse de acuerdo para el cobro de sus dietas y kilometraje, por ejemplo, y como todos sabemos) es la que más me ha minado a mí y a mi familia, que, se quiera o no, también lo sufren, aunque sea de forma indirecta. Eso sí, el mejor socio que tengo, el Gobierno, que sin aportar un euro se lleva la mayoría de los ingresos y para más inri sin demora ni excusa alguna.
En un acertado artículo, este diario en su editorial del 09.02.2104 escribía sobre la economía sumergida, decía: «...Una Administración bien llevada y liberada de castas extractivas facilita la vida del administrado...». Rigurosamente de acuerdo, pero observando el ejemplo que nos dan muchos de esos que dicen representarnos o administrarnos, mal vamos intentando, en parte, erradicar la economía sumergida, pero sobre manera cuando al que comienza se le trata de ahogar por defecto o por exceso siempre inoportunamente con castigo.
Paula Fernández Alonso
Oviedo
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