La insoportable levedad de Asturias
En primer lugar, desearía presentarme, mi nombre es Joaquín Rodríguez, soy asturiano, de 22 años y resido en Suttgart, donde trabajo en un centro de investigación socio-económico, y puedo decir que a mi corta edad he comprendido qué significa la realidad política asturiana.
Desearía que el protagonista de esta historia fuera Edipo, pero en su lugar lo será el director general del IDEPA, don Víctor M. González Marroquín, en una representación de esa clase política que vive de clientelismos y que siempre que se les pide responsabilidades entonan un ya muy gastado «yo no lo sabía». Gente que basa su forma de hacer política en tejer tupidas redes de clientes y deudores, de prestamistas y cobradores, y que están acabando con nuestra región. Con esto no pretendo decir que usted sea un mal gestor, que evidentemente lo es, sino que usted gestiona para unos pocos, para los de siempre.
Como ustedes muy bien saben Edipo fue encontrado por un pastor cuando aún era joven, en la adolescencia mató a un dignatario a causa de una disputa y tiempo más tarde se esposó con Yocasta convirtiéndose así en señor de Tebas. Él no sospechaba que el hombre a quien había matado siendo adolescente era su padre, y la mujer con la que yacía era su madre. Los súbditos de Tebas sufrían grandes padecimientos y, al fin, Edipo comprendió que él era el causante de todo aquel dolor y, por ello, se cegó con dos broches y abandonó Tebas.
Pues bien, yo solicité una beca, una de las muchas que he solicitado en mi vida y que nunca nadie me concedió. Desde luego que los motivos no era mi expediente académico, de lo que carecen gran parte de nuestros políticos. Tampoco lo era mi nivel de idiomas, con frecuencia agradezco que hagan simplemente un buen uso del castellano. Ni tampoco mi nivel de renta, quizás ese era el verdadero problema, yo no uso coches oficiales ni vivo del contribuyente. Entre las personas a las que les concedieron las becas no pongo en duda que hay gente mucho más valida que yo, y otros con muchos más amigos que yo. ¿Cuántos amigos tendrá el señor Víctor, cuántos?
Pero no estoy aquí para buscar culpables a mi desgracia, las cosas actualmente me van bastante bien y todo esto que les estoy contando ocurrió ya hace demasiados meses. Estoy aquí para denunciar a aquellos que traen la desgracia a Asturias, que nos condenan al ostracismo. A aquellos que sustentan su posición en clientes, que pervierten la neutralidad del sistema, que subordinan lo público a lo privado, que carecen de moralidad, de ética y de todo lo que se le parezca.
Y, por eso, señores políticos, señor don Víctor M. González Marroquín, se lo pido como joven, como asturiano, como estudiante: Sáquense los ojos y abandonen Tebas.
Joaquín Rodríguez Álvarez, Ludwigsburg (Alemania).
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