Gracias, Presidente
Una profunda pena inunda mi alma y humedece mis ojos con lágrimas sinceras de gratitud y admiración. Se fue un hombre pleno, sincero y honrado, que se jugó su vida y su honor por el bien de España. Hoy todos lo lloran y le reconocen el servicio prestado.
Muchos años han permanecido en el olvido su persona y su papel trascendental para todos. Y es hoy cuando todo el mundo recuerda con anhelo y nostalgia lo que Suárez dio por el pueblo. Hizo que todos nosotros tuviéramos voz y que se nos escuchara, que todos fuésemos iguales, con igualdad de derechos. En definitiva, que la palabra libertad apareciera recogida en el diccionario innato de nuestros corazones.
Se fue para siempre un héroe, una persona íntegra e intelectual, que supo tender la mano en momentos muy difíciles y extender los puentes de la amistad y la concordia con todos los grupos políticos y sociales con el objetivo de crear un clima de estabilidad y entendimiento. Quizás, muchos de los que hoy gobiernan debieran tomar nota de aquella disposición por parte de todos.
Su eterna sonrisa, su forma de cautivar al público, sus promesas cumplidas y su humildad hicieron de él no solo un excelente político, sino el retrato de una excelente persona. Llevaba la sangre política por bandera en el corazón y no por la chequera.
Se apagó su llama. Se fue para siempre. Te recordaremos, Adolfo. Gracias por todo lo que nos diste.
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