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Fichte y la idea de nación

9 de Abril del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

Al cumplirse en 2014 doscientos años de la muerte de Fichte, su filosofía sigue presente, porque impulsa la acción creadora y renovadora de la reflexión aplicada a la realidad. Este gran pensador alemán considera que la auténtica fuerza transformadora del Estado es la puesta en práctica de un programa educativo que cambie la situación de la nación. Se comprende que escriba en sus «Discursos a la nación alemana»: «Que el Estado y sus consejeros no teman enfrentarse con su auténtica situación real y conocerla; que comprenda animosamente que no le queda otro campo de acción en que poder actuar y decidir como un Estado auténtico, originaria e independientemente, que el de la educación de las generaciones futuras [...]. Que la consideración de la lejanía del resultado esperado no haga al Estado y a sus consejeros negligentes en el comienzo de esta tarea». Indudablemente, este filósofo idealista afirma la unidad de Alemania y la fundamenta en la historia, la cultura y el pasado político de esta nación. El lenguaje alemán o el tronco común del que proviene es otra de las razones para la reafirmación de lo alemán como algo definible de modo claro.

Fichte elabora los principios de una nueva educación universal que potencie el desarrollo de las habilidades cognitivas, y que supere el egoísmo. Reitera la necesidad de seguir el instinto ético presente en todo niño para a través del dominio de sí mismo y la autosuperación lograr que las tendencias egoístas se reorienten y subordinen, en cierta medida, a la idea del todo interpretada como Nación. A principios del siglo XIX Alemania estaba dividida en una multiplicidad de organizaciones políticas autónomas que, a juicio de Fichte, no facilitan la superación de los inconvenientes propios de la organización estamental de la sociedad alemana. Las funciones de la educación son múltiples. Fichte indica acertadamente que una de ellas debe ser la transformación del espíritu egoísta que impera en el Estado, y también la capacidad de discernir lo que es un orden social ideal y su potencial actualización mediante el esfuerzo sostenido y continuado de los individuos que conforman la nación.

El interés emancipador de las ideas fichteanas acerca de la nación alemana se expresa muy claramente en el párrafo final de los «Fragmentos políticos» de los años 1807 y 1813: «Y partiendo de lo considerado hasta ahora, vemos que el concepto de unidad del pueblo alemán es algo todavía no real, sino un postulado general del futuro. Pero no significará ningún tipo de propiedad especial como pueblo, sino que hará del ciudadano libre una realidad». Lo bueno es el valor esencial que ha de dirigir los impulsos humanos tanto desde una perspectiva educativa como política y social, según Fichte. La consideración por este gran pensador de la afirmación espiritual del carácter nacional de los alemanes por encima del Estado o incluso sin la existencia del mismo es reveladora, ya que pone de relieve la decisiva significación de un sentimiento nacional como pueblo o como conjunto de ciudadanos. Porque lo que quiere superar son los enfrentamientos territoriales, y las luchas de poder causadas por la división de Alemania. La idea de nación, por tanto, es uno de los principios impulsores de una renovación que unifica las fuerzas de los ciudadanos, en el sentido de reformar numerosos aspectos sociales y políticos, propiciando el bienestar colectivo e individual. Las ideas de Fichte acerca de la idea de nación y su unidad pienso que son aplicables, considerando y valorando la distancia histórica con la situación española. Además, es preciso considerar el gran valor de la comunidad hispanohablante.

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